El palacio de la marquesa de Villalba
23 de mayo de 2014
|Una de las obras más importantes construida luego del derribo de las murallas, en 1863, fue el palacio de la marquesa de Villalba. Sobre la ancha franja de terreno, en la cual, por razones estratégicas se prohibía fabricar, comenzaron a levantarse a finales del siglo XIX espléndidas residencias, factorías de tabacos y edificios públicos de gran monumentalidad y prestancia arquitectónica. La coexistencia armónica de diferentes tipologías en la zona, hizo que el Reparto Las Murallas fuera excepcional en el uso y diseño del conjunto urbano. Así, alternaron en el sitio palacios como el de Aldama y de Balboa, tabaquerías como la de Gener y Calixto López, hoteles, teatros, sedes regionales españolas, entre otros.
El palacio de la marquesa de Villalba, concluido hacia 1875, como figura en su reja principal, fue obra del arquitecto Eugenio Rayneri y Sorrentino, quien, al decir del historiador Carlos Venegas, en su obra La urbanización de Las Murallas: dependencia y modernidad, “al mantener las estructuras tradicionales de la casa señorial habanera, se situaba dentro de la misma tradición constructiva del Palacio Aldama, aunque logró actualizar su ornamentación con rasgos de definición historicista más precisos. El Palacio se propuso una orientación decorativa de rescate de ciertos elementos renacentistas auténticos. El piso principal, con sus pilastras corintias y sus frontones curvos o triangulares, en alternancia y la transparencia de las dos galerías del patio central principal, en comunicación inmediata, delataban ese deseo de mostrarse “artístico”, al seguir la manera de los grandes palacios urbanos del Renacimiento. Pero en la arcada del portal el arquitecto no vaciló en introducir un motivo gótico de arco apuntado, que demostraba la influencia de cierta libertad de composición ecléctica, también de expresión historicista”. En consecuencia, el extremo del edificio rematado por arcos ojivales llama la atención en cuanto a la ruptura que hace con el más estricto código del neoclasicismo, lo que evidencia, un criterio más atrevido en la concepción de sus formas y en la modernización del estilo.
Rayneri, nacido en Italia, llegó a Cuba muy pequeño, y en ella falleció en 1922. En la Isla creció y cursó estudios hasta completar su formación en la Real Academia de San Fernando de Madrid. Fue el autor de proyectos importantes en La Habana como la reconstrucción del Mercado de Tacón, el hotel Roma, el Cuartel de Bomberos y otras edificaciones dedicadas a oficinas y al servicio público en general. Asimismo, colaboró con Calixto de Loira en la construcción del Cementerio de Colón. Al constituirse la Escuela de Ingeniería en la Universidad de La Habana fue por muchos años catedrático en ella.
El palacio de la marquesa de Villalba y el Mercado de Tacón, se construyeron casi al unísono, 1875 y 1876, respectivamente, por lo que Rayneri debió estar involucrado en ambos a la vez. Sin embargo, a cada uno supo imprimir los rasgos que la tipología demandaba y al mismo tiempo, concebir obras audaces para su época, especialmente, desde el punto de vista estilístico. Rayneri, con la incorporación de elementos formales de diferentes códigos, se adelantaba a la arquitectura que dominaría los primeros años del siglo XX.
Así, en el orden decorativo, describe Venegas en el estudio citado, el palacio se precia de los estucados de yeso del techo, a la manera del Neobarroco, al igual que las rejas, barandas de hierro y algunas guarniciones de los vanos. La gran puerta de acceso, de hierro fundido, se afilió a los rasgos académicos del Segundo Imperio Francés. En tanto, destaca por la monumentalidad de su escalera y la composición de su fachada en general que, según criterio del arquitecto Joaquín Weiss, adoptó los patrones del Renacimiento italiano. Fue proyectado con una amplitud y una escala en sus salones impresionantes; con patios generosos y anchas galerías. No obstante, la residencia mantuvo el diseño de la casa señorial habanera que venía bien definida desde el XVIII: planta baja, con patio central; piso principal y entresuelos. Y similar al palacio de Aldama, el de Villalba albergó también, bajo el efecto de una fachada académica, dos casas con sus patios y entradas independientes.
La mansión de la marquesa, ubicada hoy en Egido 504, antes 2, fue propiedad después del Conde de Casa Moré. Pero hacia 1880, José Suárez Murias instaló en ella su fábrica de tabacos “La Flor de José Murias”. Este comerciante, que descendía de una familia entregada al negocio del Habano, encontró en la antigua casona del Reparto Las Murallas, espacio adecuando para sus fines industriales.
La especulación en el negocio urbano y el subarrendamiento de los espacios, llevó al otrora palacio a convertirse en casa de vecindad. Nada muy lejos de lo que su dueña, antes de morir en 1878, practicaría, pues doña Josefa E. Testa y Soto, viuda del marqués de Villalba, obtuvo jugosas ganancias con la explotación de rentas urbanas, esencialmente, de ciudadelas, viviendas de bajo costo y solares urbanos, sobre todo, en los barrios más pobres de La Habana. Estas fueron sus mayores inversiones, con ellas pudo construir libremente su majestuosa vivienda en el nuevo Reparto, y dejar un capital de un millón de pesos, cuya mitad, estaba representada por un considerable y variado número de inmuebles.
En 1951 algunos de sus espacios estaban dedicados a vivienda. En su planta alta tenían su sede el Centro Castellano y el Centro Israelita de Cuba; y en la baja, el bar-lunch “Yumurí” y la tienda-almacén de tejidos de José Zaldiba.
Actualmente, está ocupada, en mayor medida, por viviendas, el bar-cafetería del mismo nombre, y la Sociedad Cultural Rosalía de Castro. A pesar de sus transformaciones para adaptarla a otros usos, el deterioro por los años, la sobreexplotación del suelo y la falta de mantenimiento, la antigua casona de la marquesa de Villalba es una de las construcciones más sobresalientes de la arquitectura cubana del siglo XIX.
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Comentarios
Lástima su presente estado.No creo que tenga solución...AMÉN !!!