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El matrimonio y sus sutilezas

17 de enero de 2019

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Vivir en pareja es un verdadero reto y es por eso que como les prometí, hoy me dedico a escribir sobre el tema, que es una continuación de lo que compartí con ustedes sobre el equipaje emocional. El matrimonio comienza con el enamoramiento, por lo que las emociones son las dueñas iniciales de la maravillosa etapa del flirteo, las esperas, las miradas, los primeros encuentros y donde todo nuestro cuerpo nos dice que esa persona nos gusta, atrae y que si todo sigue bien posiblemente se convierta en la relación estable que puede terminar en matrimonio.

Sin embargo, no es suficiente, y aunque son maravillosas hace falta mucho más para tener una vida juntos. Pero no hay que esperar a pensar después de esta descarga visceral de afectos o sea, no es a posteriori que debemos ponernos a pensar si nos conviene o no en dependencia de sus valores como ser humano, sus cualidades, su familia, su educación, sino que las emociones si están correctamente educadas, si poseemos un buen nivel de alfabetismo emocional. Sabemos que la atracción inicial dura un tiempo y le da paso a sentimientos más sólidos y duraderos en dependencia de sus atributos humanos, por lo que si al conocer un poco a esa persona nos percatamos que para nada tiene que ver con nuestras vidas, esa atracción se ve opacada y hasta puede convertirse en desagrado y si no actuamos así es que no tenemos una vida emocional estable, sino que lo que poseemos es una hemorragia emocional que nos desangra.

Así recuerdo una paciente que quedando viuda muy joven y con dos hijos se lamentaba de haberse casado por segunda vez con un hombre al que no le gustaban los niños y bebía mucho, con lo cual no solo la hizo infeliz a ella, sino que afectó mucho a los hijos y los daños fueron grandes para esa familia. Y es que la vida diaria, lo cotidiano sobrepasa con creces lo maravilloso del amor que mira la luna y las estrellas como en los filmes a lo Romeo y Julieta. Vivir en pareja, el matrimonio es una construcción donde el gusto, la atracción es el aspecto central pero ni remotamente suficiente.

Lo primero que tienen que hacer para decidir que van a fundar una familia es elaborar un proyecto de vida en común, que van desde los aspectos materiales (hay jóvenes que se casan para que los padres los mantengan) el camino que van a emprender juntos como son las aspiraciones profesionales, laborales, porque es de vital importancia que haya un intercambio constante de información, de ideas, intereses para que se tomen decisiones en conjunto porque no es aceptable de ninguna manera que el hombre o la mujer decida hacer algo sin contar con el otro. Aunque parezca poco probable he visto parejas que ni tan siquiera han hablado de algo tan importante como es si quieren tener hijos, cuántos y cuándo, lo cual me parece una manifestación enorme de irresponsabilidad e incomunicación. No existen justificaciones que puedan aceptarse cuando alguno decida hacer algo con su vida que implique un cambio sin haber contando con el otro porque eso significa una traición.

Digo que no hay justificaciones como que yo soy mejor tomando decisiones, no tuve alternativa porque la nueva propuesta de trabajo es muy buena. Si no hay ese espacio para el intercambio, si no existe una verdadera pareja, sino que son dos personas que viven juntos pero que una de las dos domina al otro o son dos extraños que probablemente lo que los une es el sexo. Aspecto no menos importante es que hay que saber discutir, ya que no existe matrimonio perfecto donde no hayan desacuerdos, además, en contra de lo que piensan muchos, el discutir es útil, lo que es malo, peligroso es la discusión donde uno solo habla, los gritos, la violencia, el enojo, la sordera porque actuar de esa forma no lleva a nada, o mejor, pueden llevar a la separación.

Dejé para lo último la palabra “separación” porque me parece primordial que la pareja tenga como propósito que no es obsoleto el querer vivir juntos para siempre ya que por las altas tasas de divorcios se puede pensar que es tonto que una pareja viva junta toda la vida, y en verdad es lo mejor que puede pasar, pero para ello hay que luchar contra los inconvenientes, sortear los obstáculos, unas veces exigir y otras ceder, pero siempre con el propósito de hacerlo desde el “nosotros” y tener en la boca la palabra “divorcio”. Obviamente en cada una de las etapas, situaciones, problemas del matrimonio, tanto las emociones como el razonamiento deben andar juntos para lograr un final feliz que no es como el de las telenovelas, sino que es mejor, mucho mejor.

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