El magnetismo y sus efectos (I)
28 de junio de 2013
|Casi todos conocemos lo que es el magnetismo, o al menos tenemos una idea de lo que tal término significa. Me refiero, desde luego, a la propiedad física relacionada con el campo eléctrico y no al llamado “magnetismo” en el sentido que le da la metafísica.
Lo que tal vez pocos conocen es la asombrosa diversidad de efectos que se atribuían a los materiales magnéticos desde los tiempos más remotos, y que prevalecieron hasta un momento más cercano.
El imán o “piedra imán”, como también se le conocía, despertaba admiración dada su propiedad de atraer a los objetos formados por metales ferrosos, y la anónima invención de la brújula, por los chinos, completó el aval de popularidad para este curioso material.
Es así que en la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, fue presentado un trabajo dedicado a las características y propiedades del imán y al magnetismo, publicado en los Anales de la Institución en el tomo VII correspondiente al año 1870.
Su autor fue el académico Marcos de Jesús Melero Rodríguez (La Habana, 1830-1900), y de su contenido extraemos estos fragmentos, que ayudarán a testimoniar el decir y hacer de los pasados tiempos en la ilustrada sede de La Habana, y aún hoy pueden resultarnos curiosos e interesantes por sus revelaciones en torno a lo que hace mucho tiempo se creía del imán:
El imán, cuyo nombre en griego y en latín ha dado origen á la palabra magnetismo, era conocido, aunque imperfectamen¬te, desde los tiempos de Tales de Mileto. En cuanto á la pro¬cedencia del imán, unos lo creían del país de los “magnesios”, y otros lo creían debido al descubrimiento hecho por un pastor llamado Magnés, que se percibió de la existencia de dicho cuerpo porque se adhería al extremo inferior de su bastón que era de hierro, así como á los clavos del mismo metal que lle¬vaba en sus zapatos.
La credulidad sin examen, en observaciones mal hechas, in¬fielmente referidas ó falsamente interpretadas tocante á las propiedades del imán, dio lugar en otros tiempos á la propagación de multitud de errores, cuya naturaleza habría sido fácil descubrir mediante la observación y la experimentación bien dirigidas.
Se creía, por ejemplo, en la suspensión de estatuas de metal al aire libre por las atracciones opuestas de dos ima¬nes en tales ó cuales templos; en relaciones tales como la de que el imán atraía el hierro durante el día, pero que esa atracción se debilitaba durante la noche; ó igualmente en la suposición de que frotando el riñan con zumo de ajo ó de cebolla cesaba de atraer el hierro, cuya propiedad de atracción volvía á recobrar aquel cuerpo tan pronto como se le ponía durante cierto tiempo entre limaduras de hierro ó, mejor todavía, se le frotaba con sangre de macho cabrío.
Pero entre tantas maravillas que pudiéramos citar, realizadas por el imán en la antigüedad y aun en la edad media, habíalas que tenían para los mortales de aquellos tiempos tanta impor¬tancia ó más quizá que la que tienen para nosotros los descubrimientos modernos, relativos á las brillantes aplicaciones del vapor y de la electricidad, y que de paso nos hacen recordar la práctica seguida por algunas mujeres de la clase menos favo¬recida de nuestra sociedad de colocar en su lecho debajo de la almohada una herradura de caballo como remedio eficaz para curarse ó por lo menos aliviarse de los achaques del reumatismo ó de la gota.
El marido que entonces deseaba cerciorarse de si era ó no amado, conseguía su objeto esperando á que su mujer se durmiese y colocándole un imán debajo de la almo¬hada: si la esposa era fiel, abrazaba á su marido sin despertar¬se; en el caso contrario, se lanzaba fuera del lecho como obe-deciendo á una fuerza irresistible. Esto lo asegura Marbode, obispo de Rennes en el siglo XI.
Según el mismo autor, el imán servía también para reconciliar á los hermanos y aun á los es¬posos reñidos, para atraerse el afecto de todo el mundo y has¬ta para llegar á poseer una elocuencia arrebatadora, bastaba llevar consigo un imán, cuya riqueza de prodigiosas virtudes era tal que también á los ladrones y hechiceros les proporcionaba médios de ejercer a las mil maravillas sus respectivas in¬dustrias.
Las supuestas propiedades del imán lograron preocupar los espíritus de tal manera que se llegó á atribuir á este cuerpo un número infinito de curaciones extraordinarias y maravillosas, y sus singulares efectos contribuyeron á la creación de una filosofía y de una medicina nuevas.
Al ver que la aguja de la brújula era sensible a las influencias lejanas, cuyos efluvios á ma¬nera de espíritus inteligentes atravesaban el espacio sin que sirviesen de obstáculos ni la distancia, ni la interposición de los cuerpos, se llegó a imaginar que era posible mediante el imán, curar los males que aflijen (sic) a la especie humana.
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