El inolvidable Trío Matamoros
24 de enero de 2019
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Aunque la generación actual prefiere la sonoridad orquestal y de instrumentos electrónicos, en la primera mitad de la pasada centuria sucedía lo mismo con pequeñas agrupaciones de voces y guitarras que, incluso, solían ofrecer serenatas en las noches junto a la ventana de damas que agradecían tan hermoso regalo. Pero al paso de los años, tradiciones como esa quedaron en el olvido porque, naturalmente, con el tiempo los gustos se transforman. Sin embargo, algunos pequeños grupos de aquellos, se mantienen vivos, por su excelencia, en la memoria de quienes tuvieron el privilegio de escucharlos, como sucede con el Trío Matamoros, al que dedicaré mi comentario de hoy como homenaje póstumo a su fundador, Miguel Matamoros, de quien se está cumpliendo el 125 aniversario de su nacimiento.
El Trío Matamoros surgió en una época de terrible recordación: la dictadura de Gerardo Machado, razón por la cual, en sus inicios, tuvo que enfrentar muchas dificultades, a pesar de lo cual, se mantuvo fiel a lo mejor de nuestra tradición. Veamos algo de su historia que comenzó el 8 de mayo de 1925, en Santiago de Cuba, fecha en que su director, Miguel Matamoros, cumplía 31 años y en cuya celebración estaban presentes Rafael Cueto y Siro Rodríguez. Sin imaginar lo que sucedería después, los tres comenzaron a cantar y nunca más se separarían. Pero, ¿quiénes eran ellos?
Miguel Matamoros nació en Santiago de Cuba, el 8 de mayo de 1894 y desde muy pequeño evidenció su amor por la música, pues a los siete años tocaba la filarmónica, a los ocho aprendió a tocar la guitarra y, a los once, convirtió en bongoes unos barrilitos que se usaban para aceitunas y formó el dúo Matamoros-Corona, con su amigo de la cuadra Juan Corona; pero por entonces, el pequeño Miguel también era monaguillo de la iglesia del barrio Ya a los 15 años, se unía a los cantadores y guitarristas mayores que él para ofrecer serenatas y antes de su consagración como artista, fue: reparador de líneas telefónicas y telegráficas; trabajó en una mina de cobre; cultivó tierras de dueños adinerados; fue empleado de la fábrica de ron Bacardí, de una de mosaicos y de un aserradero; también fue mecánico automotriz, chofer… Y visitó La Habana, por primera vez, a los 18 años.
Siro Rodríguez nació en Santiago de Cuba, el 9 de diciembre de 1899. A los 14 años comenzó a aprender el oficio de mecánico-herrero que, años después le sirvió para convertirse en trabajador de centrales azucareros en esa especialidad; pero también fue repartidor de leche en una vaquería. Sin embargo, como cantaba muy bien, debutó en el teatro Oriente de su ciudad natal; pero no abandonó su oficio de herrero, pues en una de las cruces de hierro que adornan la Catedral de Santiago, está su firma.
Rafael Cueto era el más joven del Trío Matamoros, pues nació el 4 de marzo de 1900, en Santiago de Cuba. Fue excelente pelotero, demostrado en la Liga Juvenil de la provincia de Oriente y más tarde jugando como profesional; pero también tocaba la guitarra en fiestas y serenatas, aunque aprendió el oficio de sastre que le escogió su padre, e cual no estaba entre sus intereses. Debido a las necesidades económicas de la familia, Cueto empezó a trabajar en la fábrica de fideos La Confianza, en la de ron Bacardí, en la cervecería La Tropical; fue escribiente en la Secretaría de la Jefatura de Policía de Santiago y en la Jefatura Local de Sanidad y a los 15 años empezó a estudiar guitarra y después cornetín.
Como la trayectoria profesional del Trío Matamoros es amplia y variada, la abordaré en mi próximo comentario.
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