El inolvidable Lecuona (IV)
27 de febrero de 2018
|
Continúo hoy el artículo de Ernesto Lecuona titulado “Rita Montaner y yo”, incluido por Ramón Fajardo en el segundo tomo de las cartas del maestro rescatadas por él luego de una búsqueda de varios años.
El 27 de febrero de 1923, se ofreció un homenaje a Lecuona en el Teatro Luisa de Cienfuegos, con motivo de su próxima partida a Estados Unidos para actuar en el Capitol de Nueva York, y en el programa incluyeron a Rita. De ese concierto comenta Lecuona en el artículo:
“Rita Montaner fue la estrella máxima del programa”.
Revoloteo de un nombre
“En todos los conciertos de música cubana, Rita era imprescindible. /…/ A los dos meses de permanecer en Nueva York, recibí un cable de don Luis Estrada, empresario del Principal de la Comedia, que me invitaba a organizar y dirigir una compañía musical para inaugurar el nuevo teatro Regina, (antes Molino Rojo y hoy Radiocine) /…/ Para la inauguración del Regina me valí de los cantantes de mis conciertos: Caridad Suárez, María Ruiz, Dorita O’Siel y Vicente Morín, amén de Paco Lara, Fernando Mendoza y Mario Martínez-Casado, actores. Todo esto, alrededor de dos cuerpos de vicetiples, dirigidos por un consagrado actor: Enrique Lacasa. En mi mente revoloteaba el nombre de Rita Montaner. Era necesario que ella prestigiara la temporada del teatro Regina”. Pero ella se encontraba fuera de Cuba, actuando”.
Y llegó
“El antiguo Molino Rojo se iba convirtiendo en un bellísimo teatro. En las paredes del lobby se veían costosos gobelinos de la época versallesca. Llegó Rita Montaner. Llegó antes del tiempo que yo calculaba. Y llegó casi silenciosamente. Ya estaba en La Habana. Yo, entretanto, esperaba. El teatro quedó embellecido y se citó a la compañía para la reunión inaugural. Hubo un paréntesis para que arribara Fernando Mendoza, procedente de Nueva York. También dábamos tiempo a Eliseo Grenet, a quien yo había invitado a colaborar en la partitura de “Niña Rita”. Era una oportunidad para que tuviera lista la música. Y yo -¡qué cosas más extrañas suceden!- terminaría el libro de “La tierra de Venus”, que había arreglado expresamente para la compaña del Regina”.
Tras ella
“Me dispuse a ir en busca de Rita, pes era la única que faltaba en el elenco. El esposo de la artista se negaba a que ella trabajara en el teatro. Me costó Dios y ayuda convencerlo de su error, pero al fin lo logre y Rita fue contratada. Debutamos con las obras “Niña Rita” y “La tierra de Venus”. A la primera le intercalamos la famosa “Mamá Inés”. A la segunda le agregamos “Siboney”, que se había estrenado en uno de los conciertos de música cubana por la contralto Nena Plana. /…/ El nombre de Rita ascendió vertiginosamente. A los cuatro meses de temporada, la Víctor la agencia Félix Delgrange, de París, me contrataron para hacer veinte grabaciones y cuatro conciertos en la Ciudad Luz, lo cual llevé a cabo con el concurso de Lydia de Rivera. Mi compañía, sin mí, naturalmente, emprendió una gira por el interior de la República. /…/ Cuando volví de Europa, supe que Rita había constituido un verdadero éxito en sus actuaciones personales, acompañada por el pianista Rafaelito Betancourt, por los escenarios de los mejores cines habaneros”.
Aún el artículo de Lecuona, como homenaje póstumo a Rita Montaner, publicado en la revista Bohemia, no ha terminado, pero lo hará en mi próximo comentario.
Galería de Imágenes
Comentarios