El humor propiciador o no de salud
19 de septiembre de 2014
|Se plantea como a través del humor podemos serenar a las personas más violentas y agresivas, pero no siempre funciona de esa forma y comparto con ustedes una anécdota que tuve en una ocasión con un niño en mi consulta.
Era un niño hiperquinético pero además, malcriado y agresivo. La madre y la abuela lo entraron a la fuerza y me dejaron cerrado en la consulta con aquella pequeña fiera. El niño levanto la silla para golpearme y yo, no por miedo, con toda intención me metí debajo del escritorio y protegí la entrada con mi silla y le dije: ¡Agárrame si puedes! De momento se sorprendió y empezó a reírse sin control. Entonces finalmente me dijo la siguiente expresión: “Sal chico que no te voy hacer nada, no seas cobarde”. La propia expresión era ya de entrar en confianza conmigo, me dijo: “Sal chico”, como si yo fuera de su edad. Salí haciéndome el que estaba temeroso de un contra ataque, y entonces me miró serio y me dijo: Oye compadre yo tengo una sola palabra ¿Qué pasa? ¿Tú te crees que yo soy como mi papá que es un mentiroso? Me senté y le dije: ¿Por qué dices que tu papá es un mentiroso? Se había ganado la empatía y comenzó a contarme el abandono de su padre y bueno por ahí comenzamos en busca de algunas de las causas de su rebeldía y de su comportamiento inadecuado. Las consultas continuaron y yo esperaba que en cualquier momento me invitara a jugar de nuevo y tendría que meterme de nuevo debajo de la mesa, pero no, el resto del tratamiento continuó marchando bien. Por supuesto este juego iniciado por mí que le produjo risa al chico, podría haber surtido un efecto contrario, quizás con el mismo o con otro chico, por ello no debe ser una norma fija y establecida, ni loo estoy recomendando como vía de establecer empatía, fue un hecho casual y lo traigo a colación como un ejemplo de cómo una situación humorística puede serenar a una persona violenta. En aquel momento las circunstancias, los problemas del niño sobre todo de falta de afectividad por parte de la figura paterna, la sobreprotección de la madre, me propiciaron que el humor me fuera factible, pero cuidado, y lo aclaro, no intente nunca ante un niño malcriado y agresivo esconderse siempre debajo de la mesa. Hoy ese niño es un adulto, sus hijos me dicen abuelo, y siempre que puede me visita a la consulta y recordamos esa primera consulta. El conflicto con su padre lo resolvió aprendiendo a vivir sin él, pero a la vez sin odiarle. Entonces y es mi criterio personal, no de la psicología, soy del grupo que piensa que no siempre un chiste puede resultar efectivo en una curación, aunque no niego y lo continuo afirmando, el humor y la risa, cuando las condiciones son propicias, si, pueden contribuir a un mejor estado de salud.
En el caso de personas que padecen de fobias a determinados objetos o animales o situaciones se le pide o se le hacen chistes relacionados con estos y es una forma de ir desensibilizando progresivamente del miedo. Con esto se van reemplazando las emociones negativas por positivas a través de la propia risa. Muchas veces el peor de los dramas que nos puede llevar a una depresión o a sentirnos ansiosos, la situación estresante más grave, puede verse diferente cuando se asocia a algo que nos produce risa, es cuando a veces estamos tensos, alguien suelta el chiste y por supuesto, ya de esto hemos hablado, depende de la subjetividad de quien lo recibe, pero hay dos reacciones, ponerse peor, agredir y ofender a quien hizo el chiste en ese momento trágico para esa persona o es cuando la persona comienza a sonreírse y dice: “Tienes razón, es mejor reírnos de la situación”. En este último caso se crea una distancia psicológica entre sus problemas y su identidad personal, crea un yo más resistente y sano.
Hay grupos de alcohólicos que utilizan esta vía, cuentan las situaciones absurdas en que fueron capaces de caer, a veces exagerando y dándole un matiz humorístico y aunque es una tragedia son capaces de ver ese momento irracional con humor. Lo anterior contribuye a fortalecer la barrera que pretenden crear entre su antigua personalidad adicta y la que pretende obtener en la actualidad.
Definitivamente el buen humor y la risa determinan en aspectos tan importantes y necesarios en nuestro desarrollo individual y social como pueden ser las emociones positivas que a su vez pueden ampliar el repertorio de pensamientos y acciones del individuo y fomentar la construcción de recursos para el futuro.
No es menos cierto que en ocasiones podemos pensar que cuando tomamos una situación o hecho con risa, puede interpretarse como una señal de que “lo que está sucediendo no es verdadero, no es peligroso, no es real, no es importante, no es adecuado”, y quizás por aquí este la esencia de su valor dentro de las más difíciles situaciones que se nos puedan presentar, por supuesto, esto no quiere decir que la utilicemos como una forma de auto engaño o de evasión de estas situaciones, pero si nos permiten un mejor afrontamiento de las mismas al propiciar serenidad y relajamiento, nos permite ver mejor lo que está sucediendo en realidad y asumir comportamientos que lejos de aumentar el problema nos permitan eliminarlo o al menos atenuarlo o en última instancia, asumirlo sin que nos afecte nuestro desarrollo o nuestro paso por la vida.
El sentido del humor es un rasgo positivo porque hace que la persona que lo tiene puede experimentar la risa, el placer subjetivo asociado a ella, los diversos beneficios psico-físicos que puedan derivarse de ella, y la gratificación de hacer reír a los demás, más frecuentemente. La risa se considera entre las grandes 24 fortalezas del humano, es un fenómeno que se valora prácticamente en todas las culturas, sobre todo, el sentido del humor positivo, ya que el negativo a menudo produce rechazo y censura social, por ello, la llamada Psicología positiva no ha dejado de estudiarlo y emitir sus recomendaciones, de o cual les propongo comentar la próxima semana.
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