El hotel La Unión
22 de enero de 2016
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Una intersección singular de La Habana Vieja es la formada por las calles Cuba y Amargura. En una de sus esquinas se halla la Iglesia de San Francisco, antes de San Agustín, y a su derecha, la primera sede de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, instalada en este local desde 1867. El 19 de mayo de 1874 se inauguró allí mismo el Museo de Historia Natural y Biblioteca, antecedente directo del museo actual.
En la otra, el majestuoso edificio Barraqué construido entre 1918 y 1919 por el conocido abogado y notario de la época Jesús M. Barraqué, con el objetivo de rentar sus pisos para oficinas, incluyendo algunas para su propio bufete. Instituciones bancarias reconocidas aquí se instalaron y luego fue alquilado por completo para Renta de Lotería.
El solar rehabilitado como parque que lleva el nombre del insigne científico Carlos J. Finlay, fue otrora una residencia colonial que sucumbió al paso del tiempo y la acción indiscriminada del hombre. Y la última, quizás la menos conocida, ni recordada por lo menos jóvenes, es la que ocupó el hotel La Unión, reconocido en su tiempo como uno de los grandes hoteles existentes en la República. Aún hoy se conserva a pesar de haber perdido el esplendor de antaño y su función original –es actualmente un edificio multifamiliar.
La Unión fue uno de los hoteles más antiguos de Cuba, fundado en 1846. En 1911 fue completamente reconstruido y adaptado a las exigencias de la higiene y confort modernos de principios del siglo XX. Para ello se levantó fastuoso un bello edificio de cinco pisos, de cemento armado, cuya construcción sólida se afilió a los códigos del eclecticismo. Para dar mayor amplitud a las aceras y jerarquizar la entrada del hotel, construyó la esquina en chaflán como en otros de sus contemporáneos. Entonces se enumeraba con el número 55 de la calle Cuba y eran sus propietarios los señores Francisco Suárez y Compañía, representados por su gerente Don Fernando Fernández.
La Unión, tenía servicio constante de elevadores. Se acogía a los planes del turismo europeo y americano. Se hablaba en español, inglés y francés. Estaba distribuido en 120 habitaciones, “cómodas, claras y ventiladas, con capacidad para doscientas personas”, como se anunciaba en la prensa de la época.
Tenía completa instalación eléctrica y además del alumbrado de este sistema, poseía timbres en todas las habitaciones, teléfonos en cada una de ellas y servicios sanitarios. Asimismo, eran notables la higiene y limpieza del hotel.
El restaurante estaba situado en la planta baja, en un amplio y confortable salón, provisto de ventiladores, y se hablaba de sus comidas exquisitas y abundantes. Junto al él se ubicaban el café y la cantina, bien provista de toda clase de vinos, tabacos y cigarros de las marcas más acreditadas.
Se destacaba por el trato correcto de su personal, “activo y educado”, como se le calificaba. En los muelles y estaciones había agentes expertos para recibir a los pasajeros a bordo de los vapores y ferrocarriles, quienes se ocupaban también del despacho de los equipajes.
La Unión, hoy inexistente como hotel, evoca aún la excelsitud de una Habana abierta a las pretensiones de la modernidad y al boom constructivo que para ello tuvo lugar en las primeras décadas del siglo XX. Pero más que todo ello, retiene en su memoria la presencia del célebre poeta andaluz Federico García Lorca, quien llegó a La Habana el 7 de marzo de 1930 y allí se hospedó por tres meses. Había tomado el camino al hotel desde el puerto, donde fueron a recibirlo José María Chacón y Calvo y algunas de las figuras más relevantes de la cultura cubana, entre ellos el joven poeta Juan Marinello y el profesor Féliz Lizaso. “Si yo me pierdo, que me busquen en Andalucía o en Cuba”–escribió Lorca a sus padres– entonces, entre esos rincones cubanos están los locales del hotel La Unión.
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Comentarios
Qué maravilla haber encontrado esta Foto para mí Familia
Precioso el reportaje sobre el Hotel La Unión, donde estuvo hospedado mi recordado padre cuando residía en esa bella ciudad de La Habana, en la segunda década del S.XX. Un abrazo inmenso y fraternal desde España para esa queridísima tierra de Cuba.