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El Fonógrafo: registrador y reproductor del sonido

25 de marzo de 2016

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fonografoMuy pocos estudiosos de la historia de la fonografía niegan hoy a la industria de la relojería el antecedente del primer intento por grabar, reproducir y diseminar la música por medios mecánicos.
Se dice que los primeros relojes mecánicos datan del siglo X de nuestra era. Algunos otros, con carácter muy serio, se empeñan en remostarse a las milenarias pirámides egipcias para explicar su origen. Sin embargo, su aplicación efectiva, desarrollo y popularización se concibieron como firmes muchísimo tiempo después.
Lo que si no deja espacio para la duda es que, con la impronta de la relojería como necesidad para la vida grupal del hombre, los fabricantes de estos artículos dedicaran amplio empeño e inteligencia para procurarle a éstos mecanismos propios y capaces de dar la hora, el  simultanear la reproducción de la música.
Ante tan novedoso incentivo para la creación y difusión del arte musical, muy pronto algunos compositores dedicaron significativos espacios de su tiempo musical a la creación de “miniaturas musicales” para, a través de ingeniosos soportes, agregarlas a la industria de la relojería. Con estas acciones había nacido el empeño supremo del hombre por registrar y reproducir la música por medios mecánicos.
La inmensa mayoría de estos compositores han quedado sumidos con el paso del tiempo, en el más oscuro anonimato; pero en los más complejos y curiosos recursos concebidos para la reproducción mecánica de la música desde la industria relojera, ha quedado una importante muestra de la creación musical de otros siglos, hoy atesoradas celosamente en importantes colecciones privadas y célebres museos en diferentes partes del mundo como verdaderas joyas sonoras del arte universal.
Composiciones de Haydn, Haendel, Palestrina, Mozart y Pergolessi, por tan solo citar algunos importantes de la creación musical, han quedado atrapadas en delicadas miniaturas melódicas para curiosos cilindros de púas reproductores de música, concebidos a la par por el ingenio de la industria relojera.
En la actualidad la grabación y reproducción de la música por accesorios tecnológicos cada vez más sofisticados, arrastra al hombre a soslayar cada vez más al principio de un recurso que cada día se torna más necesario para la vida espiritual y práctica del hombre, tanto en su más absoluta intimidad, como en su necesaria e importante integración grupal  en todas las acciones de la vida cotidiana.
Para ello el hombre emplea una buena parte de su tiempo e intelecto en descifrar y aunar, desde importantes  campos de la electrónica, la cibernética y por otras complejas disciplinas contemporáneas, la busca de resultados de los timbres  sonoros cada vez más novedosos y que de cierta manera, ya se anteponen a algunos principios clásicos de la acústica.
Estos aspectos inducen al hombre actual a la confrontación con algunas alternativas: como el darse a la tarea de adquirir un aparato reproductor, ya fuere de añosos casettes o discos; o los sofisticados MP3, MP4, MP5, iPod, etc., para escuchar su música preferida. Si con estos componentes el hombre  llegara a satisfacerse, habrá dado un positivo paso hacia su realización. De ser todo lo contrario y llegara a la conclusión, luego de cambiar varios aparatos, de que sus necesidades auditivas no han quedado satisfechas y que sus exigencias requieren de equipos cada vez más “fieles” en sus respuestas sonoras, entonces –no cabe ninguna duda- que estas personas estarán convencidas de un posible final del mundo.
Estos casos de “enajenación sonora” generalmente se reflejan cada vez con más frecuencia, aunque aseguramos que en nada empañan el amplio destaque, alimento del espíritu y efectivo desarrollo del recurso fonográfico en su positiva integración a la cultura e industria de la música, como uno de los mayúsculos logros de la inteligencia del hombre.

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