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El danzón (II)

23 de septiembre de 2016

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Tal como prometí en mi comentario anterior, hoy ofreceré algunas informaciones relacionadas con el danzón que estoy segura serán de su interés.
En todas las épocas, muchos compositores han reflejado el entorno político y social de su tiempo, a través de sus obras. En cuanto al danzón, en mi comentario anterior mencioné títulos como: “La guerra”, “El combate” y “Los merengazos”, que son prueba de ello, por estar relacionados con la Revolución de 1895.
Según el profundo conocedor del género, Odilio Urfé, “No hubo acontecimiento durante 40 años, que no fuese glosado o festejado por medio de un danzón. Hubo danzones para saludar el advenimiento de la República y danzones políticos como “El triunfo de la conjunción” o “Zayas no va”, “La debacle de Caicaje”, “El chivo del dragado” y otros”
Pero los danzones no solo hacían referencia a hechos nacionales, evidenciados en títulos como: “La toma de Varsovia” o “Aliados y alemanes”, motivado por la primera gran guerra europea. Sin embargo, otras motivaciones podían inspirar a un compositor del género, y así surgieron, por ejemplo: “El dengue” cuando esta epidemia hizo su primera aparición aquí en el año 1910; “La Macorina”, referido a la primera mujer que manejó un automóvil en Cuba; “El ferrocarril Central”; El teléfono de larga distancia”; “La danza de los millones”, referida a la falsa prosperidad de que gozó el pueblo cubano cuando la Primera Guerra Mundial; “El cometa Halley” cuya aparición fue comentada por la prensa plana en términos que llenó de terror a la población, al creer que era el fin del mundo. Y también hubo danzones inspirados en arias de óperas que gozaron de mucha popularidad. Y el deporte tampoco escapó de la inspiración en títulos como: “Campeón Miyaque” y “Silvio al bate”. Muchos fueron los temas que motivaron la creación de danzones, incluyendo hechos callejeros, como es el caso de “Galleticas de Maria” o “El escobillón”.
Respecto a las transformaciones del género, esta comenzó en 1910 cuando apareció “El bombín de Barreto”, de José Urfé, cuando la última parte era más libre y expresiva y la coreografía menos rígida, más abierta
Podemos afirmar que el danzón gozó de gran popularidad hasta los primeros lustros del siglo XX y que los amantes del género se preparaban muy bien para celebrar el 15 de agosto, fecha en que se celebraban las tradicionales fiestas de la Tutelar de Guanabacoa, sobre lo cual escribió el periodista Gregorio Ortega:
“Este era un gran día para el Danzón. Millares de personas acudían a la Villa de Pepe Antonio, unos como devotos de Nuestra Señora de la Asunción y otros para bailar en “La Mazucamba”, “La Baracuta”, en el Casino, en el Liceo, en “El Porvenir”, en el Teatro, o en cualquier otro de los lugares donde se organizaban bailes”.
Cuentan quienes fueron testigo de estos hechos, que los más lujosos coches hacían cola, desde temprano entre La Habana y Guanabacoa, y que en todos los salones se vendían papas rellenas, cerdo asado, ponche de leche, churros, chibiricos, buñuelos, torrejas, panetelas… acompañadas de buen vino.
Estoy segura de que el tema ha despertado su curiosidad por conocer más acerca del danzón, pero este espacio no da para más, por lo que será en otra ocasión.

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