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El ambiente y las enfermedades alérgicas (I)

23 de mayo de 2022

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Blomia tropicalis

Blomia tropicalis

 

La prevalencia de las enfermedades respiratorias crónicas como rinoconjuntivitis, asma y enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) experimentó un crecimiento significativo en los últimos 50 años, posible­mente debido a las modificaciones ambientales a las que hemos estado expuestos en las últimas décadas, por ejemplo, la presencia creciente de alérgenos y productos químicos capaces de estimular la sensibilización y los síntomas de estas enfermedades. La suma de factores de exposición recibe el nombre de «exposoma». El exposoma abarca la totalidad de la exposición humana a factores ambientales, y consta de: 1. Un entorno externo general que incluye factores derivados del ambiente urbano, los factores climáticos, el capital social, el estrés, etc.; 2. Un entorno externo que incluye contaminantes específicos como alérgenos y humo de tabaco, dieta, actividad física, infecciones, infestaciones, y 3. Un medio interno que incluye fac­tores biológicos del individuo, tales como el metabolismo, la microflora intestinal (microbioma), la inflamación y el estrés oxidativo, entre otros.

El incremento significativo en las enfermedades alérgicas se relaciona con varias posibilidades: a) incremento en el tiempo que los seres humanos pasamos en el interior de viviendas o edificios; b) disminución de la ventilación natural en los edificios modernos; c) modificación de la temperatura y humedad del ambiente por sistemas de cale­facción; d) uso de alfombras y muebles tapi­zados; e) mayor presencia de mascotas en las viviendas.

El término «alérgeno de interior» se aplica a aquéllos que se encuentran en el interior de las viviendas huma­nas. Se trata de organismos vivos tales como mascotas, insectos, mohos, bacterias y ácaros. El reservorio principal es el polvo de casa, que se compone de materia orgánica e inorgánica, fibras vegetales y sintéticas, esporas de hongos y micelios, bacterias, granos de polen, insectos y sus heces, epitelios de mamíferos, ácaros y sus heces.

Los ácaros del polvo doméstico son la principal fuente de alérgenos interiores en todo el mundo, especialmente en países tropicales y subtropicales.

El asma, la rinitis y la conjuntivitis alérgicas se aso­cian de manera estadísticamente significativa con la inhalación y contacto con alérgenos de los ácaros del polvo doméstico. Se estima que entre 40% y 80% de los individuos asmáticos está sensibilizado a los alérgenos de los ácaros. En climas tropicales y subtropicales la sensibilización a especies de ácaros en niños asmáticos puede superar el 90%.

 

Dermatophagoides pteronyssinus.

Dermatophagoides pteronyssinus.

 

Los ácaros domésticos son artrópodos (subclase Acari, clase Arachnida). Varias especies han sido halladas en el polvo doméstico, pero los predominantes en Cuba son Derma­tophagoides pteronyssinus, D. siboney, y Blomia tropicalis. Crecen en un rango de temperatura de 23 a 25 °C, y mueren cuando son sometidos a temperaturas inferiores a -20 °C durante 24 horas10. Cuando disminuye la hume­dad relativa, se refugian en la profundidad de alfombras, colchones y almohadas, donde pueden permanecer vivos durante meses. Las partículas fecales son semejantes a los granos de polen tanto en su tamaño (10-35 μm), la cantidad de alérgeno que transportan y en la rápida liberación de las proteínas que contienen.

La Organización Mundial de la Salud reconoce la aler­gia a los ácaros del polvo doméstico como un problema de salud universal. La sensibilización a los ácaros es un importante factor de riesgo para el desarrollo del asma. Se ha demostrado que existe una relación dosis-respuesta significativa entre la exposición a los alérgenos de ácaros y la posterior sensibilización. Las mayores poblaciones de ácaros y alérgenos se encuentran en la cama. Otros lugares con alto número de ácaros son las alfombras, los sillones y muebles tapizados.

 Las cucarachas. La relación entre alergia a cucarachas y asma se estable­ció mediante estudios de provocación bronquial. Las cucarachas pertenecen a la clase Insecta. Se conocen aproximadamente 3500 especies, aunque solo cinco de ellas son importantes. Los requerimientos ecológicos varían entre especies, pero en general necesitan sitios oscuros, cálidos, húmedos y con disponibilidad de alimento, como cuartos de baño, bañeras, calderas, conductos de cale­facción, interior de efectos electrodomésticos, etc. Los alérgenos de las cucarachas proceden de sus secreciones, excre­mentos, restos de su muda y de los cuerpos. Se pueden encontrar alérgenos de cucarachas en camas, muebles, alfombras y en la cocina. Sin embargo, la correlación más elevada entre sensibilización y concentración de alérgenos ocurre en el dormitorio.

 Mascotas y otros animales. Los alérgenos de animales más importantes son los producidos por mamíferos, especialmente gatos, perros, ratas, ratones, caballos y vacas. Entre los alérgenos de mamíferos, el más estudiado y de mayor relevancia clínica es el del gato (Felis domesti­cus). Se produce principalmente en las glándulas sebáceas y se almacena en la piel y el pelo, aunque también está presente en la saliva, el líquido lacrimal y en las glándulas anales. La producción está regulada hormonalmente. Los alérgenos más importantes del perro (Canis fami­liaris) se encuentran en concentraciones elevadas en la saliva y el pelo. Tanto los alérgenos de gato y de perro se asocian con partículas aéreas pequeñas entre 1 μm y 20 μm lo que les permite permanecer en suspensión durante varias horas.

En domicilios sin mascotas es frecuente también en­contrar alérgenos de perros y gatos, incluso a niveles suficientes para provocar sensibilización. Estos alér­genos llegan a los domicilios por transferencia pasiva, principalmente por la ropa.

 Hongos anemófilos. Más de 80 géneros de hongos se hallan asociados con enfermedades respiratorias, aunque los principales se encuentran en tres grupos: Ascomicetos, Basidiomicetos y Deuteromicetos. Las temperaturas óptimas de crecimiento suelen oscilar entre 18 °C y 32 °C. Los conteos máximos de esporas en el interior y exterior coinciden durante el período de incremento de la temperatura y humedad. El crecimiento de los hongos en el interior de las casas se re­laciona con una serie de características del domicilio como son: Problemas de humedad: alta humedad relativa en el interior de la casa, o en alguna habitación. Existencia de superficies frías en las que se condense la humedad. Escasa ventilación. Escasa limpieza. Presencia de animales domésticos. Los niveles máximos están relacionados con la pre­sencia de alfombras, aunque también se encuentran niveles elevados en las camas.

La exposición a contaminantes ambientales de interior y exterior es un problema en salud pública que puede afectar la salud tanto de adultos como de niños. Los contaminantes ambientales actúan sobre un sistema inmunológico y respiratorio en desarrollo, lo que aumenta la posibilidad de efectos negativos so­bre la maduración estructural y funcional del aparato respiratorio en los niños. Las consecuencias de los contaminantes sobre la salud dependerán del tipo de contaminante, su tamaño de partícula, concentración y solubilidad. También influye el tiempo de exposición, la capacidad de reaccionar con otros contaminantes y generar sustancias más tóxicas, la edad y la suscepti­bilidad individual.

Las vías de exposición varían con la edad, pero pueden co­menzar desde la etapa fetal. En general, se considera que los contaminantes inhalados por la madre gestante atraviesan sus alvéolos y la barrera placentaria, actuando directamente sobre el feto, o generan cambios en el sistema inmune de la madre con efectos pro-inflamatorios que disminuyen la llegada de nutrientes y oxígeno al feto. Las consecuencias definitivas dependerán de la etapa de desarrollo embrionario del pulmón en el tiempo en que se realiza la exposición. Prácticamente todos los contaminantes domiciliarios y ambientales externos pueden atravesar la placenta en la gestación. Los infantes también pueden exponerse a través de la lactancia materna por inhalación y transporte cutáneo.

Recordemos que… «La naturaleza inspira, cura, consuela, fortalece y prepara para la virtud al hombre». Solo hay un modo de que ella perdure: respetarla y servirle.

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