Einstein en Cuba
23 de marzo de 2020
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El 19 de diciembre de 1800 llegaba por vez primera a Cuba el sabio alemán Alejandro de Humboldt, considerado como Nuestro Segundo Descubridor, y por coincidencia histórica, también un 19 de diciembre, pero de 1930, arribaba a nuestras costas otro sabio alemán, Albert Einstein.
En las primeras horas de ese viernes, luego de desembarcar del buque Belgenland en compañía de su esposa, el creador de la Teoría de la Relatividad pidió comprar un sombrero cubano, de inmediato fue llevado a la Tienda El Encanto, donde adquirió un jipijapa.
A las once de la mañana fue recibido en la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Matemáticas de la Habana, en la calle Cuba 460, donde fue objeto de un homenaje, al igual que en la comunidad hebrea.
Más tarde, el premio Nóbel de Física participó en un almuerzo en el Hotel Plaza, y luego visitó la Escuela Técnica Industrial de Rancho Boyeros, el Hospital de Mazorra y los más selectos clubes y barrios capitalinos.
Pero en la mañana del sábado veinte, el sabio alemán, para sorpresa de todos, declinó todas las invitaciones oficiales, y prefirió visitar los barrios más pobres y las tiendas más humildes de la capital.
En el Libro de Oro de la Sociedad Geográfica de Cuba, había escrito: “La primera sociedad verdaderamente universal fue la sociedad de los investigadores. Ojalá pueda la generación venidera establecer una sociedad económica y política que evite con seguridad las catástrofes”.
Poco después del mediodía del 20 de diciembre, partía Einstein y sus acompañantes en el buque Belgenland rumbó al Canal de Panamá.
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