Educar, encauzar y no ahogar las emociones
25 de diciembre de 2015
|En el artículo anterior me refería a las emociones, su prevención y la capacidad para anticipar la respuesta emocional, incluso antes que apareciera el estímulo, y mis opiniones las daba, teniendo como motivación un escrito que leí en internet hace unos días. Hice varias preguntas que ahora repito ¿Es posible prevenirlas? ¿Qué diferencia hay entre “prevenirlas” y “educarlas”? ¿Es bueno, saludable? Creo que en general las respondí, pero como queda tela por donde cortar, sigo con el tema.
Resulta un poco difícil entender el criterio de la anticipación, ya que es un hecho probado que el estímulo es el obligado activador de la respuesta emocional, y al respecto ya comenté que la anticipación pudiera darse si de antemano sabemos que el estímulo aparecerá, lo cual se produce en situaciones infrecuentes,y que en muchas ocasiones es inevitable que estemos presentes cuando el estímulo aparece. Pienso en el caso de la enfermedad de alguien cercano que puede tener crisis (las actuales y tan frecuentes enfermedades crónicas no transmisibles) y la aparición de esas crisis nos provocan miedo, angustias, en fin, emociones displacenteras, lo cual –como es lógico y humano– desearíamos evitar, pero no podemos. ¡Y qué bueno que así sea! Porque si dejamos de reaccionar de esa manera es que nos estamos deshumanizando.
Lo que si se puede hacer es educarlas en una determinada medida(observen que dije en determinada medida) porque lo feliz, inteligente, útil y sano es que esta emoción, que no podemos evitar que aparezca cuando el ataque de asma afecta a nuestro hijo, sí podemos orientarla como contenido de una conducta coherente para aliviar la situación, que puede ser ir hacia el hospital rápidamente, darle los medicamentos que se suministran en esta situación, en fin,que esta emoción –por negativa que sea– no desorganizará nuestro comportamiento, o sea ni nos paraliza, ni huimos, ni nos echamos a llorar. Lo que quiero decir es que no es posible de ninguna forma que sea beneficioso evitar –a no ser en casos de excepción– ni tampoco debemos creer que las emociones negativas son necesariamente malas, siempre y cuando sepamos redireccionarlas hacia un fin útil, y cuando hablo de útil me refiero a que logremos en alguna medida una meta, aunque el camino no sea un lecho de rosas. No preocuparse por desarrollar nuestras competencias emocionales es peligroso en un mundo actual donde los estímulos agudos, fuertes y exigencias que nos llevan a situaciones límites son frecuentes, y donde el control (entiéndase educación) emocionalpuede ser muy bien la diferencia entre el éxito y el fracaso.
Me permito también aclarar que hay una gran distancia entre la educación, el desarrollo y el ahogamiento emocional, y hago esta aclaración porque se confunde, o hay quienes lo confunden, por lo que escuchamos frase “no le hagas caso”, “no le contestes que él es así”, “no te conviene contradecirlo”, con lo cual el control es en verdad una represión emocional que obligatoriamente se descarga en los momentos más insólitos e inapropiados, y tal vez en contra de personas que no tienen nada que ver con el verdadero estímulo.Así el hombre, que soporta al jefe irritable y manipulador, al llegar a su casa estalla en ira si su hijo está siendo moroso al hacer los deberes escolares o siente la comida fría ocree que el TVtiene el volumen muy elevado; por lo que el pasivo cordero de la oficina se convierte en un león feroz del hogar. Creo que di bastantes argumentos favorables a la educación y encausamiento de las emociones, por lo que termino por hoy.
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