Eduardo Zamacois
8 de marzo de 2017
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Aunque generalmente este espacio recoge la presencia en Cuba de ilustres visitantes, sucede que en esta ocasión el personaje nació en Cuba y después de regresar a España, la tierra de su sus ancestros, peregrinó por buena parte de Hispanoamérica. Se nombra Eduardo Zamacois y tuvo como profesión la de escritor.
Zamacois nació en 1876 en Pinar del Río, la más occidental de las regiones de Cuba, hacia donde su padre había emigrado y donde se casó. No existen precisiones acerca de la fecha exacta en que su familia lo llevó consigo a España, pero se sabe que fue en edades tempranas, cuando contaba alrededor de cuatro años, por lo que toda su formación transcurrió en la Península y nunca dejó de ser español, pues al nacer Cuba vivía aún en su período colonial.
Su expediente cubano termina ahí, pero al mismo tiempo abre el de una personalidad interesante, con una obra literaria que no siempre ha conseguido sobreponerse al juicio del tiempo, ni a la crítica que, más sosegada, puede ahora valorar lo que queda o no de la memoria de un autor.
Se educó en Madrid y pronto optó por el periodismo y por la literatura. Fundó y dirigió publicaciones, dirigió revistas, colaboró en otras. Entre tanto, no dejaba de incursionar en la literatura, al punto que en muchos sitios se menciona la precocidad de Zamacois como autor, pues a los 18 años publicó su primera novela, La enferma, a la cual sucedió Punto negro.
La relación de sus obras es copiosa. Se le tiene como uno de los más conspicuos autores dentro de la corriente de la narrativa erótica en España, que alcanza auge desde finales del siglo XIX hasta los dos primeros decenios del siglo XX, cuando decae, presumiblemente no tanto por el desdén de los lectores como por la censura del régimen.
Obras como Incesto, El seductor, Memorias de una cortesana, Sobre el abismo y Las confesiones de un niño decente, revelan por sus mismos títulos el enmarcamiento estilístico de Zamacois al cual aludíamos.
Más adelante su literatura fue incorporando otras temáticas más comprometidas, que se emparientan con su orientación cada vez mayor con el republicanismo y lo forzaron a exiliarse con la asunción al poder del franquismo. Después su vida será de peregrinaje por México, Estados Unidos y Argentina, donde murió en 1971, cuando algunos se preguntaban si el longevo y prolífico autor alcanzaría el siglo de vida.
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