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Edificio del Bar La Victoria I

10 de enero de 2014

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La esquina de Luz y Oficios fue, desde los tiempos de la colonia, de las más concurridas y populares en La Habana intramuro. Su cercanía al puerto y los muelles, hicieron de este espacio un lugar propicio para el intercambio comercial y el encuentro social, principalmente, por ser esta una zona de transportación de pasajeros. Ello trajo consigo el fomento de casas de hospedaje, hoteles, bares, cafés, restaurantes, y otro grupo de servicios como barberías, casas de cambio y las frecuentes vidrieras de tabacos y cigarros.

La plazoleta situada frente al muelle de Luz tomó el mismo nombre del espigón y la calle que la rodean. Es un polígono irregular, donde la calle San Pedro le sirve de base, terminando en una especie de embudo que continúa en la calle Luz y es atravesada por la de Oficios, una de las más antiguas de la ciudad.
Por la calle Oficios se extendió la primitiva villa desde la Plaza de Armas hacia el sur, próxima a la bahía. Fue también de las primeras en especializarse por los establecimientos, cuyos menestrales le dieron su nombre: escribanos, herreros, fundidores, plateros, calafates, carpinteros, relacionados en su mayoría con la actividad del puerto. Igual existían pequeños talleres de orfebres, especialmente en joyería sagrada, que alcanzaron gran fama por sus obras.


Es la vía de comunicación por excelencia entre la Plaza de Armas, la de San Francisco y la Alameda de Paula, todos espacios públicos de primer orden en la ciudad. El historiador Francisco González del Valle la describe así en 1841: “Durante el día, la calle de los Oficios era una de las más bulliciosas y concurridas por peatones, carretas, carretillas, volantas y quitrines, por ir hacia los muelles y hacia la Casa de Gobierno, al Apostadero y la Caja de Ahorros, situada donde hoy está el Monte de Piedad; por la noche los quitrines y volantas la animaban por los que iban de paseo a la Alameda de Paula, a la Plaza de Armas y al Teatro Principal, que era todavía en esa época de los sitios predilectos de los habaneros.”
La calle Luz, que corre desde el borde costero hasta la antigua franja amurallada, se llamó antaño del Molino, y algunas veces del Molinillo, por haberse instalado, desde el siglo XVII, un molino de trigo en el encuentro de esta calle con los muelles. En 1603, el Cabildo aprobó la solicitud de merced que hiciera el Gobernador Don Pedro Valdés, de un sitio en la marina para establecer un molino, y aprovechar para ello la caída de agua de la zanja que corría por el barrio de Campeche hacia el mar. Muchos años después, aparece como dueño del molino el presbítero Don José Alemán, a quien el Cabildo concedió unos solares inmediatos para agregar al mismo.
A principios del siglo XVIII, consta como propietario del molino Don Antonio de la Luz y Do-Cabo, de origen portugués y tronco de la familia Luz, quien fundó además la Estafeta y por ello la calle se llamó también del Correo.  Uno de los descendientes fue Regidor y Correo Mayor de la Isla, José Cipriano de la Luz.


En este sitio que ocupó el molino, construyeron los Luz una hermosa residencia erigida a todo lo largo de un costado de la plazoleta. A partir de entonces, la calle comenzó a nombrarse como Luz. Fue esta una estirpe distinguida y adinerada, siendo Don Anselmo su figura más representativa Aquí nació, en 1800, José de la Luz y Caballero, destacada figura de las letras cubanas, pedagogo y filósofo; considerado maestro por excelencia y formador de conciencias que exaltó el sentido de la nacionalidad cubana. En esta plazuela pasó su infancia y su adolescencia Don Pepe, cuando ingresó en el Seminario San Carlos y San Ambrosio.
Cuenta Eduardo Robreño, en sus crónicas sobre el Muelle de Luz, que la casona albergaba cerca de un centenar de personas, incluyendo servidumbre y esclavos, y era conocida por sus vecinos con el nombre de “la colonia”. La casa perteneció a la familia Luz hasta el año 1845 y luego sus nuevos propietarios la dedicaron al lucrativo negocio de hotel, el cual nombraron Mascotte. Más tarde, otros dueños le pusieron el de la familia que la había habitado, y fue el hotel Luz uno de los más conocidos y de más intenso movimiento, debido a su situación privilegiada en las cercanías del puerto. En este lugar murió en 1858 el Dr. Elishe Kent Kane, explorador de las regiones árticas.
Aún después de estar en funciones la Estación Central con los nuevos establecimientos que surgieron a su alrededor, el hotel Luz siguió conservando su hegemonía, debido especialmente a su exquisita cocina. Al desaparecer la edificación, tras una prolongada etapa de deterioro, la parcela permaneció mucho tiempo como un solar yermo, luego fue convertido en Parque Aracelio Iglesias, en honor al líder portuario asesinado en los muelles habaneros en 1948.

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