Edificio de la calle Santa Clara No. 13 esquina Oficios

2 de octubre de 2015

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Zenaida Iglesias Sánchez

 

 

De corta extensión, pues su recorrido solo abarca cuatro cuadras, la calle Santa Clara debe su nombre al convento de monjas que se levantó en uno de sus extremos en el siglo XVII. Ubicada en la zona sur, muy próxima a la bahía, en su trayecto se establecieron familias menos pudientes y se generalizaron en sus edificios las casas de vivienda, de hospedaje, y pequeños comercios, como fondas, bares, bodegas, talleres y carpinterías, por solo citar algunos.
Los trabajos de recuperación en la arteria se llevan a cabo en el presente de manera puntual, algunos ejemplos salen a la vista en nuestro recorrido, destinados a vivienda social, y los comercios esquineros que se rehabilitan, prestan servicios con excelente confort.

 

 
La recuperación del edificio que ocupó la parcela objeto de este escrito tuvo lugar recientemente, aquí se levantó un modesto inmueble destinado a comercio desde épocas pasadas, cuentan los vecinos más antiguos de la zona, que siempre estuvo ocupado por una bodega, si bien cambió indistintamente de dueño, a través de la renta o explotación de su espacio, esta fue la función que distinguió su tipología durante el pasado siglo XX. El deterioro por la falta de mantenimiento, hizo mella en su estructura de gran antigüedad, por lo que cerró sus puertas y dejó de prestar servicios desde la década del ’90.

 

 
En la actualidad, rehabilitado, ocupa su espacio la bodega española “El Abarrote de Santa Clara”, donde solo se expenden productos de diferentes regiones de esta nación; una variada gama de vinos destaca en su interior junto a otros artículos y alimentos de exquisitas firmas productoras de la Península Ibérica. La bodega española, en el corazón de la Habana Vieja, fue inaugurada por la Compañía Habaguanex S. A. Excelente ubicación y diseño interior muestra el establecimiento, donde resalta la magnífica estantería de madera, en medio del juego de luces y sombras de la bien estudiada iluminación del local.

 

Para algunos llama la atención la palabra “abarrote”, que no es frecuente en la Isla si de comercio se habla, y se trata de aquellos establecimientos destinados a la venta de productos de consumo habitual que se encuentran en su interior llenos al máximo, es decir abarrotados en sus estanterías y mostradores, aunque la palabra de por sí tiene otras acepciones, refiriéndose a los travesaños que se ponían en las paredes de las embarcaciones para fortalecerlas, especialmente en los locales que se encontraban cargados de alimentos. También se dice que el término comenzó a utilizarse en las colonias españolas de América en tiempos remotos, donde los establecimientos se veían abarrotados de víveres después del arribo de las embarcaciones procedentes de Europa.