Edificio de la calle Obispo No. 358

23 de octubre de 2015

|

Zenaida Iglesias Sánchez

 

 

La calle Obispo vuelve a ser un corredor comercial, viéndose beneficiada con el proceso de rehabilitación que emprende en su trayecto la Oficina del Historiador de la ciudad. Los comercios han retomado el nombre que un día los distinguió, intentando rememorar los que desparecieron. Tal es el caso de la tienda “Trianón”, que ocupa los bajos del edificio señalado con el No. 358, construido en las primeras décadas del pasado siglo XX, afiliado al eclecticismo y combinando en su tipología el uso doméstico (vivienda en los altos) con el comercial (en los bajos), típico de las construcciones que conforman el eje vial.

 

 

El local de la planta baja fue recientemente rehabilitado, instalándose en su espacio una tienda de exquisito diseño que oferta confecciones y calzado para niñas y niños pequeños, y adolescentes. De este modo, la compañía Habaguanex S.A. diversifica su oferta con productos especializados de calidad, a la vez que el edificio ganó prestancia con el proyecto que rescató el local comercial.

Entre las calles más antiguas de la ciudad se encuentra la del Obispo, que se compone de doce cuadras que se extienden desde la Avenida del Puerto a la de Monserrate. Siempre fue una de las más importantes de la Habana colonial. Adquirió significación por los numerosos establecimientos comerciales a lo largo de su recorrido, que la convirtió en sitio preferente de visita para cubanos y extranjeros, donde encontraban los más variados productos de la industria manufacturera. En la primera mitad del siglo XX, los edificios se fueron transformando y los comercios cambiaron su antigua fisonomía a modo de “calle vitrina”, con una seductora transparencia que atrapaba al transeúnte. Otras construcciones fueron sustituidas por edificios más modernos, con los establecimientos cuidadosamente instalados en planta baja, mientras que las plantas altas continuaron siendo residenciales.

 

 

Este ímpetu decayó paulatinamente con el surgimiento de nuevas zonas comerciales en la ciudad, se agravó en los años ’50, y perdió finalmente su preponderancia como centro mercantil cuando se desarticuló la propiedad privada de estos comercios, y la vivienda se extendió a esos antiguos locales, convirtiéndose muchos inmuebles en ciudadelas o, acogiendo usos incompatibles que demeritaban la imagen del edificio.
En los años ’80 la vía se hizo peatonal creándose un boulevard con la reanimación de algunos locales comerciales. Pero la depresión económica de los ’90 vuelve a hacer mella en los comercios, acrecentándose el deterioro de estos espacios hasta que la calle Obispo perdió totalmente el renombre alcanzado.

 

Poco después se estudió su renacer, y se puso en práctica el rescate de la multiplicidad de funciones que la caracterizaron desde antaño, prevaleciendo la comercial; fue así que aparecieron paulatinamente pequeñas casas especializadas: peleterías, tiendas de ropa, ferreterías, librerías, joyería, sombrerería, entre otros establecimientos, como el que hoy es objeto de este escrito.