Edificio de la calle Cuba No. 563-565 esquina Sol

24 de abril de 2017

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Zenaida Iglesias Sánchez

Antes y hoy: Edificio de vivienda y comercio en planta baja

 

 

Asumiendo las características tipológicas de las construcciones de la ciudad, que adoptaron el uso habitacional en planta alta, con establecimientos comerciales en planta baja, en los últimos años se han ido reanimando un grupo significativo de locales, cuyos usos inapropiados le restaban lucidez al entorno. Luego de rehabilitados, se han destinado a una variada gama de comercios, acogiendo cafeterías, tiendas especializadas y pequeños mercados para la venta de disímiles productos de primera necesidad: alimentos, perfumería, ferretería, según el caso.

 

 

Ahora nos referimos a la planta baja del edificio que hace esquina en la plazoleta de Santa Clara, en las calles de Cuba y Sol, privilegiada ubicación por encontrarse en diagonal con la vetusta construcción religiosa –el convento de Santa Clara de Asís– que le da nombre al pequeño espacio público destinado en su época a festividades religiosas; después, sitio de animado movimiento comercial durante la república, por los almacenes radicados en las plantas bajas de los edificios; actualmente algo deslucidos, pero recuperando su jerarquización paulatinamente.

 

 

El edificio responde a las características formales del estilo ecléctico y fue construido en las primeras décadas del pasado siglo XX, ocupando la parcela de terreno donde existió una antigua casa colonial. Sus propietarios demolieron esta vieja construcción para levantar con materiales duraderos –piedra, ladrillo, hormigón y estructura de hierro– un edificio destinado a vivienda y establecimiento comercial.

Con el paso de los años su interior sufrió serias transformaciones, alterándose considerablemente los espacios originales, convirtiéndose en los años ’60 en un edificio de múltiples familias, mientras que en los bajos el espacio comercial devino en almacén.

 

 

Seleccionado para llevar a cabo los trabajos de reanimación llevados a cabo por la Oficina del Historiador de la ciudad, estos espacios se van remozando gradualmente y se multiplican en nuestro andar por la antigua ciudad; nuevos locales se abren, bien provistos y con variados diseñados, acorde a la especialidad del comercio establecido.