Edificio de la calle Amargura No. 201 esquina Aguiar

3 de junio de 2016

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Zenaida Iglesias Sánchez

Antes: vivienda y comercio (almacén).
Hoy: Centro Comunitario de Salud Mental.

 

 

En un magnífico edificio de las calles Amargura y Aguiar, tiene la sede el Centro Comunitario de Salud Mental “Francisca Rivero Arocha”. Su fundación formó parte de un proyecto de colaboración donde participaron La Junta y Universidad de Extremadura, el Fondo Andaluz de Municipios para la Salud Internacional, el Ayuntamiento de Córdoba y el Comité Livorno, inmerso en el proyecto de desarrollo local que desarrolla la Oficina del Historiador de la ciudad, para brindar atención a la población del centro histórico habanero.

 

 
Su nombre hace homenaje de recordación a una mujer médica consagrada, que por el prestigio profesional alcanzado, en la década del ‘30 se convirtió en la primera directora de un hospital, el Hospital Civil de Manzanillo, su región natal. Por entonces sobresalió por su actitud generosa con los desposeídos, en la docencia y por su participación en las actividades sociales y políticas de esta época, apoyando posteriormente la lucha revolucionaria en la Sierra.

 

 
El majestuoso edificio que acoge el centro en nuestros días, fue construido a mediados del siglo XIX, afiliándose a los códigos formales del estilo neoclásico, lo cual se expresa en las líneas rectas que enmarcan la portada y otros elementos de la fachada: guardapolvos, herrería, la simetría de los vanos. Se conoce que ha sido objeto de diferentes transformaciones a través del tiempo, según los propietarios que lo tuvieron a su haber.
Esta residencia se conoció durante una época como la casa González de Mendoza y Bonilla, apellidos de uno de sus acaudalados dueños. En la primera mitad del siglo XX, estaba en poder de diferentes compañías comerciales radicadas en la ciudad, como lo fue la Compañía Inmobiliaria “Las Tres Rosas”, quien tuvo a su cargo las modificaciones interiores que se le realizaron.

 

 
Los trabajos de restauración llevados a cabo por especialistas y obreros de la Oficina del Historiador permitieron recuperar los espacios de la edificación, muy transformada y deteriorada en el momento de su intervención.