Dos palabras determinantes
9 de abril de 2014
|En cuanto a salud se refiere, causas y consecuencias, devienen palabras muy difíciles de determinar, especialmente, a la hora de sacar conclusiones. Y es que en la mayoría de los casos, si los síntomas no son conocidos, la generalidad de los afectados se hace la misma pregunta: ¿Qué será lo que tengo? Justificada reacción que invita a no tomar el camino equivocado de esperar que la enfermedad “se quite sola”.
El conocimiento sobre los distintos padecimientos es competencia de los profesionales que han estudiado el organismo humano; aún aquellas personas que presumen de “sabérselo todo” se quedan boquiabiertos ante el cúmulo de riesgos que nos amenaza.
Citemos uno de esos casi “desconocidos” por su nombre: xerostomía – también denominada asialia-, y popularmente llamada boca seca o boca quemada, término para calificar la manifestación clínica que refiere el paciente, y que no es otra cosa que una “disfunción de las glándulas salivales que altera la secreción de la saliva”, de importancia vital en la salud oral porque su deficiencia prolongada, atrofia la mucosa que en ocasiones se inflama con la sensación de quemadura y dolor. Otro daño colateral es el incremento de caries dentales.
Son varias las causas que produce esta enfermedad, entre ellas, el Síndrome de Sjögren, que la literatura médica recoge como “trastorno del sistema inmune donde el organismo rechaza sus propias células, y de modo principal produce artritis reumatoide, resequedad ocular y bucal por afectación de las glándulas lagrimales y salivales”.
Aparece también en pacientes que reciben tratamiento de radiaciones, y está presente en alguna falla de las glándulas, muy vinculadas a estados emocionales y ansiosos (reacciones psicosomáticas), anemia, balance negativo de líquidos, diabetes, deficiencias nutricionales e incluso en el SIDA.
No obstante, la xerostomía se puede asociar al uso de medicamentos como: antidepresivos, antihipertensivos, diuréticos, antiinflamatorios, entre otros. Las investigaciones han demostrado “asociación entre exposición prolongada a medicamentos y disminución del flujo salival entre personas, que usan múltiples fármacos”. Es bueno recordar que el envejecimiento determina una normal reducción en la secreción de saliva, pero nunca comparable con la enfermedad que ahora nos ocupa.
Además, ante la preocupación del paciente que acude a consulta por el signo de boca seca, vale aclarar que la ciencia cuenta con métodos para medir el flujo necesario en un período de tiempo establecido. Incluso, se acude al ultrasonido, radiografías con contraste y biopsias de glándulas salivales labiales.
La atención médica temprana, permite el diagnóstico exacto, y el tratamiento oportuno. Se reportan buenos resultados con el uso de corticoides, salivas artificiales y acupuntura. Igualmente, colutorios que toman en cuenta la medicina natural y tradicional, a partir de romerillo o manzanilla de modo frecuente.
No está de más recordar que la higiene bucal, una dieta saludable y la inteligente disminución de carbohidratos refinados, es suficiente para evitar la boca seca, y no confundir ese síntoma con los complejos padecimientos antes mencionados.
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