Dizzy Gillespie
5 de julio de 2013
|Cuando el trompetista Dizzy Gillespie desembarcó por vez primera en La Habana en 1977 —llegó por mar— contaba ya 60 años. Habían transcurrido 29 años desde la muerte violenta del tamborero cubano Chano Pozo y 22 desde la desaparición prematura del saxofonista Charlie Parker, figuras ambas a las cuales estuvo Gillespie estrechamente relacionado en el orden profesional. Los tres nombres aquí citados son hoy leyendas reconocidas por su contribución a la evolución del jazz.
De aquella primera estancia escribió hace algún tiempo el periodista Rafael Lam un documentado artículo que nos sirve para recrear la que sin duda fue una significativa presencia en los medios artísticos cubanos.
Gillespie llegó de manera un tanto inesperada, en una suerte de crucero turístico y jazzístico que los amantes del género en Cuba agradecerían por toda la vida. Con él llegaron el saxofonista Stan Getz y la pianista Jo Anne Brackeen, el baterista Bill Hart, además de David Amram y Ray Mantilla; Earl Hines, el pianista Fatha Hines con su
grupo, junto al saxo y clarinetista Rudy Rutherford, el bajista Johnn Orr,
el baterista Eddie Graham y los cantantes Marva Josie y Ry Cooder, este último un artista muy significativo en la promoción internacional de la música cubana.
El concierto, en el teatro Mella, terminó con el conjunto Irakere del maestro Chucho Valdés tocando junto con Amram, Gillespie, Stan Getz y otros. Por supuesto, la pieza que sirvió de base a esta jam session fue el clásico Manteca de Chano Pozo, pues no olvidemos que el concierto se dio en honor del llamado rey cubano de los cueros.
El encuentro de Chano Pozo y de Dizzy Gillespie en Nueva York hacia la segunda mitad de la década de 1940 revolucionó en varios órdenes la sonoridad del jazz. Juntos ofrecieron conciertos en Carnegie Hall, Town Hall y otras salas generalmente reservadas para la llamada música de concierto, en las cuales se escuchó el sonido de los tambores y las trompetas tal vez como nunca antes, con la fortaleza rítmica de los toques procedentes de África.
En otras varias ocasiones, a partir de 1982, regresó Gillespie por La Habana, como invitado a los festivales de jazz, los conocidos Jazz Plaza, que contaron con su presencia. Gillespie murió a los 75 años, en Nueva York, el 6 de enero de 1993.
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