Curiosidades acerca del uso de los insectos como alimento
18 de marzo de 2016
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“Lo que más me gusta es tomar huevos de hormigas con guacamole y saltamontes fritos”
Salma Hayek, actriz mexicana.
“Los insectos son una delicia que se pueden comer con nueces, almendras o incluso dentro de una tarta.
Son muy carnosos al paladar”,
Angelina Jolie, actriz norteamericana.
La FAO calcula que hay 2.000 millones de personas que incluyen insectos en su dieta.
Las tarántulas (arácnidos) son populares en Camboya, allí se comen, tanto por su contenido proteico y porque se supone que aumentan la virilidad y la fertilidad. Dicen que saben a cangrejo.
Aunque los datos disponibles sobre las cantidades de insectos consumidos en todo el mundo son escasos, se cree que en todo el planeta se consumen unas 2 000 especies de insectos comestibles y que la mayoría de estas especies se recogen directamente del medio natural.
Según las estadísticas disponibles, los insectos más consumidos son los escarabajos (coleópteros) (31%), las orugas (lepidópteros) (18%) y las abejas, avispas y hormigas (himenópteros) (14%). Les siguen los saltamontes, las langostas y los grillos (ortópteros) (13%), las cigarras, los fulgóridos, saltahojas, las cochinillas y las chinches (hemípteros) (10%), las termitas (isópteros) (3%), las libélulas (odonatos) (3%), las moscas (dípteros) (2%) y otros (5%).
El coste de la producción industrial de los insectos es bajo, pues necesitan pocos cuidados y se alimentan de los restos de verduras y frutas libres de pesticidas que les brindan en las explotaciones ecológicas donde ya se están criando. El proceso de cría es rápido, por ejemplo, un saltamontes es apto para el consumo en ocho semanas y una larva de mosca soldado en tres días.
La cría y la recolección de insectos pueden ofrecer importantes estrategias de diversificación de los medios de vida, ya que los insectos pueden recogerse directamente del medio de manera sencilla y apenas se necesitan medios técnicos o inversiones importantes para adquirir equipos básicos de cría y recolección.
La recolección y la cría de insectos pueden generar oportunidades empresariales en las economías desarrolladas, en fase de transición y en desarrollo. Los insectos pueden procesarse para servir como alimento humano y animal con relativa facilidad.
Los insectos son muy eficientes en la conversión de alimentos por ser especies de sangre fría. Las tasas de conversión alimento-carne (la cantidad de alimento que se necesita para producir un incremento de 1 kg en el peso) pueden oscilar ampliamente en función de la clase de animal y las prácticas de producción utilizadas pero, en cualquier caso, los insectos son extremadamente eficientes. Por término medio los insectos pueden convertir 2 kg de alimento en 1 kg de masa de insecto, mientras que el ganado requiere 8 kg de alimento para producir 1 kg aumento de peso corporal.
Por ejemplo, los grillos necesitan seis veces menos alimento que el ganado, cuatro veces menos que las ovejas, y dos veces menos que cerdos y pollos para producir la misma cantidad de proteínas.
Los gases de efecto invernadero producidos por la mayoría de los insectos son probablemente inferiores a los del ganado convencional. Los cerdos, por ejemplo, producen entre 10 y 100 veces más gases de efecto invernadero por kilogramo de peso que los insectos.
Los insectos utilizan mucha menos agua que el ganado tradicional.
Los insectos pueden alimentarse de residuos alimentarios de origen humano y animal, de abono y estiércol, y pueden transformar estos residuos en proteínas de alta calidad, que a su vez pueden utilizarse como piensos y esto redunda en beneficios para el medio ambiente.
El contenido nutricional de los insectos depende de su etapa de vida (metamorfosis), su hábitat y su dieta. No obstante, se acepta que proporcionan proteínas y nutrientes de alta calidad en comparación con la carne y el pescado.
Los insectos son especialmente importantes como complemento alimenticio para los niños desnutridos porque la mayor parte de las especies de insectos contienen niveles elevados de ácidos grasos (comparables con el pescado). También son ricos en fibra y micronutrientes como cobre, hierro, magnesio, fósforo, manganeso, selenio y cinc.Los insectos proporcionan proteínas y nutrientes de alta calidad en comparación con la carne y el pescado. De hecho, en algunos casos pueden llegar a tener el 70% de valor proteico.
Las termitas, las orugas, los saltamontes, las moscas, las arañas y los gorgojos constituyen mejores fuentes de proteínas que el pollo, el cerdo, el cordero y la vaca, pues, además, apenas tienen grasa.
La oruga, un alimento top. Según la FAO, cien gramos de orugas proporcionan todos los nutrientes que un adulto necesita en un día: poseen 53 gramos de proteínas, un 15% de grasas, alrededor de un 17% de carbohidratos y su valor energético ronda las 430 calorías por cada cien gramos de producto comestible. Además, las orugas contienen abundantes minerales como potasio, calcio, magnesio, fósforo, cinc, hierro y fósforo.
Los expertos destacan que, además de barato, es un alimento nutritivo, con proteínas, aminoácidos, hierro y vitaminas. Y también calorías: un kilo de saltamontes equivale a 10 perritos calientes.
La producción de proteínas de insectos es mucho más eficiente que la producción de carne, ya que, por ejemplo, para producir un kilogramo (kg) de carne de vacuno, se necesitan 10 kg de forraje, mientras que con la misma cantidad de pienso pueden producirse 9 kg de insectos.
Algunas especies pueden consumirse enteras. Los insectos también pueden convertirse en pasta o molerse para hacer harina, y también pueden extraerse sus proteínas.
Los insectos, plantean un riesgo reducido de transmisión de enfermedades zoonóticas (enfermedades que se transmiten de los animales a los humanos) como la H1N1 (gripe aviar) y la EEB (enfermedad de las vacas locas). En comparación con los mamíferos y las aves, los insectos parece que tienen un menor riesgo de transmisión de infecciones zoonóticas a los humanos, el ganado y la fauna, aunque este tema debe investigarse más a fondo.
Según la FAO, el riesgo de que transmitan enfermedades víricas es menor que en otros animales, porque en ellos no se producen combinaciones de virus peligrosas, tampoco se conocen casos de transmisión de enfermedades bacterianas o parásitos a humanos derivados del consumo de insectos (siempre que los insectos hayan sido manipulados en las mismas condiciones de higiene que cualquier otro alimento).
Sin embargo, pueden producir alergias comparables a las alergias provocadas por los crustáceos (que también son invertebrados).
Hace un par de años, un grupo de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) formado por 60 expertos internacionales –en biología, nutrición y entomofagia– postularon que “comer insectos es bueno” porque son “son nutritivos, variados, económicos y hasta deliciosos”; y segundo, porque son una “vía para luchar contra el hambre” en este planeta de demografía en vertiginoso aumento.
Se supone que en el año 2050 la Tierra estará poblada por 9.000 millones de personas y una pregunta que se plantea cada vez con más fuerza es: ¿cómo se conseguirá una producción sostenible de alimentos para todos, sin representar una carga adicional para el medio ambiente?
Quizás los insectos nos den la solución… Es posible.
Recordemos que…
”la Naturaleza inspira, cura, consuela, fortalece y prepara para la virtud al hombre”.
Solo hay un medio para que perdure: respetarla y servirla.
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