Cuándo llegamos a ser abuelitos y abuelitas
21 de noviembre de 2014
|Cualquiera de nosotros podrá llegar a la edad de la ancianidad, quien comenta con ustedes ya sobrepasa los sesenta años, y de principio, les puedo aseverar que lejos de ser algo desagradable, será una señal de que continuamos viviendo y estar en presencia de un logro más en la vida, valga tanta redundancia, vivir más, lo que implica el saber asumir los cambios que requiere esta nueva etapa de la vida, no solo por parte de los que llegan a la ancianidad, sino de aquellos que les corresponde convivir con estos, dando unos y otros, un uso adecuado y óptimo a la inteligencia emocional que han desarrollado durante toda su vida.
Por lo general siempre nos encontramos con comentarios, historias, y la presencia en los medios de comunicación sociales, la prensa y en muchas partes con trabajos dirigidos a esta etapa de la vida, pero siempre con un sabor amargo, lleno de pesimismo y con esa sensación de auto lastima por los ancianos, que en realidad, en nada puede contribuir a que aprendamos a llevar mejor estas edades y lo más importante, a que los más jóvenes aprendan y se interesen en acercarse a nosotros, los que ya peinamos canas.
Muchas veces no nos percatamos de la importancia que tiene para el desarrollo de nuestras actividades cotidianas la presencia del anciano en el ámbito familiar; en la gran mayoría de los casos, le restamos importancia a la función que ellos desempeñan dentro del hogar, y lo que es mucho más curioso, nos olvidamos que ese ser, ya cansado y desgastado por los años, contribuyó en mayor o menor medida a nuestra formación y a lo que somos hoy, e incluso a la formación de la familia que pertenecemos.
Cuando llegamos a la ancianidad, podemos hacerlo con dos alternativas, o vivimos en soledad o compartimos nuestra vida con otras personas, familiares o no.
En el caso de los que pasan a la ancianidad en compañía de la familia, su cotidianidad adquiere particularidades, precisamente, porque la familia cobra un relevante significado en la vejez, primero porque es la proveedora principal de cuidados y fuente de sostén, que es la que prefieren los ancianos, porque además, sienten que les pertenece ese derecho de ser cuidados, sobreprotegidos y los hace sentirse en plenitud y colmados de un bienestar físico y mental, determinante en cualquier etapa de la vida, pero mucho más en la de la vejez.
Independientemente del mecanismo de defensa utilitario al que responde el proceder antes descrito, la familia se erige como lo más importante para los ancianos, ocupando el mismo nivel de preferencia que la salud y la economía. La familia es el resguardo mayor que poseen y desean tener.
En las familias donde conviven varias generaciones, llamadas multigeneracionales, se presentan como es lógico, diversidad de necesidades e intereses que son experimentados por las diferentes descendencias y las posibles contraposiciones que se puedan originar en determinados momentos y circunstancias que pueden provocar tensiones que finalmente afectan el funcionamiento familiar e inciden en el bienestar (estado de salud) no solo de los ancianos sino de los demás con los cuales conviven, lo que corrobora la importancia del funcionamiento familiar, la forma en que cada uno de sus miembros asumen sus desempeños, con el consiguiente establecimiento y mantenimiento de adecuadas relaciones interpersonales y de funcionabilidad de la familia como grupo, como unidad.
Los ancianos han de tener expectativas de recibir afectos, apoyo moral y financiero como agradecimiento a lo que entregaron ayer a la familia y por la posición que ocupan y edad que tienen en la actualidad, así como esa atención cuando se encuentran desvalidos, enfermos y con limitaciones propias de una edad en que comienzan a aparecer los desgastes propios del tiempo. Es por este punto donde se comienzan a originar una serie de problemas y conflictos que pueden prevenirse y si ya existen solucionarse o al menos atenuarse.
Cuando conviven varias generaciones se complejiza la armonía familiar, sobre todo con la presencia de miembros que hayan envejecido. Esto sucede por la superposición de varias generaciones con diferentes necesidades y demandas, por la intersección de múltiples generaciones que corresponden a diferentes sistemas normativos, por el aumento considerable de la carga emocional de la amenaza de dependencia, por la mantención de relaciones interpersonales conflictivas nunca resueltas que contrariamente se agudizan y ya lo habíamos comentado por la importancia, lo imprescindible que resulta para los ancianos la familia. Del anciano y la familia continuaremos este ciclo de fin de año aquí, desde nuestra sección de Psicología.
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