Copa Mundial de fútbol: anécdotas y curiosidades
11 de abril de 2014
|En 1958 ningún equipo pudo detener a los brasileños en la Copa Mundial de fútbol, celebrada en Suecia. Ese año debutó Pelé quien condujo a los sudamericanos a su primer título; aunque el “Rey” contó con una excelente selección en la que sobresalía la magia de Garrincha, un brillante jugador recordado especialmente por el control que podía ejercer sobre la pelota. Garrincha hacía tantas gambetas que los defensores no sabían cómo detenerlo.
La agilidad con las piernas del brasileño parece que quedaba en esa parte del cuerpo. Una tarde, Garrincha salió a pasear por las calles suecas y en una tienda compró un radio de transistores, lógicamente mucho más pequeño que los que se vendían a no tan alto precio por todo el mundo. Con su nuevo artículo llegó feliz a la concentración de su equipo y todos lo felicitaron por la adquisición.
El único que no se acercó a felicitarlo fue el masajista. Después que pasó la euforia, este habilidoso hombre llamó aparte a Garrincha y le dijo que el vendedor lo había estafado. Esas palabras cayeron como un cubo de agua fría en el jugador quien no entendía dónde estaba el engaño. El hombre continuó con su discurso: “sí, te estafaron, porque ese radio solo transmite en sueco, no te servirá en Brasil”, le dijo muy confiado.
De inmediato Garrincha encendió el equipo y por supuesto que lo que escuchó fueron todas estaciones suecas. Su alegría desapareció, porque “¿qué haría él con un radio que solo transmitía en sueco?”. El masajista le propuso un cambio: “mira, te lo compro en 40 dólares y prometo que nadie se enterará de tu pifia”.
Esta súbita oferta agradó al malhumorado Garrincha quien vendió rápidamente su flamante radio que, según el poco ágil de mente jugador, “solo transmitía en sueco”.
DESPISTE AFRICANO
Otro hecho simpático y que todavía provoca risas ocurrió en el Mundial de 1974. En aquella Copa debutó Zaire y el desconocimiento de algunos de sus futbolistas de las más elementales reglas del juego fue asombroso. Los africanos sufrieron grandes goleadas y, por ejemplo, Yugoslavia les marcó nueve goles; sin embargo, lo más curioso ocurrió en el partido del cierre.
Brasil apenas pudo marcar un gol ante Zaire en el primer tiempo y, en los inicios del segundo, el árbitro rumano Rainea apreció una falta de los africanos, por lo que decretó el cobró de un tiro libre directo. El juez se alejó. Los defensores formaron la clásica barrera y el futbolista sudamericano se dispuso a pegarle al balón en la búsqueda del segundo gol. Hasta aquí todo normal. Cuando el juez sonó su silbato, sucedió lo increíble: un defensor africano se desprendió de la barrera, corrió hacia la pelota, le dio un puntapié y siguió tras ella hasta el círculo central, ante la mirada atónita de los fanáticos presentes en el estadio de Frankfurt. Luego, sus compañeros de equipo le explicaron al azorado defensor que literalmente había hecho un papelazo y que lo mejor que podía hacer era estudiarse las reglas del más universal de los deportes.
SIN ZAPATOS Y CON UNIFORMES DIFERENTES
El calzado es fundamental en los partidos de fútbol; sin embargo, en 1938 Leónidas da Silva, un atacante brasileño, entró en los libros de récords por dos hechos interesantísimos: anotó cuatro goles en el partido que Brasil le ganó a Polonia por 6 a 5 y de esta manera se convirtió en el primer jugador que logró tal hazaña en las Copas Mundiales; pero lo mejor fue que Leónidas, durante uno de sus ataques, perdió un zapato. No obstante, esto no lo detuvo y siguió avanzando hacia la portería polaca. Una vez frente a ella, sin el zapato, golpeó la pelota con toda la fuerza de su pierna y la esférica terminó en las redes europeas.
Los cambios de nacionalidades en los atletas son un problema muy contemporáneo; sin embargo, en el fútbol estos “traslados” comenzaron desde mediados del siglo pasado. El argentino Luis Monti, quien obtuvo la medalla de plata con su selección en la versión inaugural de las Copas, en 1930, cuatro años después defendió los colores italianos y se coronó campeón mundial. Monti es el único futbolista en la historia que ha disputado dos finales para equipos diferentes; aunque han existido otros que también vistieron distintos uniformes.
Ferenc Puskas disputó la final del Mundial de 1954 con Hungría y luego jugó con España; mientras, Mazzola fue campeón con Brasil en 1958. Más tarde este futbolista adoptó la nacionalidad italiana y con esta selección participó en la Copa de 1962. Después de los cambios que alarmaron a no pocos, la FIFA adoptó una excelente decisión: aquel futbolista que jugara un partido oficial, con un país, no podría disputar otro partido oficial bajo una bandera diferente. Ojalá otras federaciones siguieran un camino similar.
Las supersticiones son una constante en el deporte y en las Copas existen varios ejemplos interesantes. Uno de ellos involucró al técnico argentino Carlos Salvador Bilardo quien fue campeón en México, 1986. Ese año, el director les prohibió a sus jugadores que comieran carne de pollo durante las concentraciones. ¿El “argumento”? De acuerdo con Bilardo, esta carne les traía “mala suerte”, por lo que los gauchos vivieron el Mundial a base de carne de res. Imagino que después del espectacular éxito de Argentina por tres goles a dos sobre la entonces Alemania Federal, Bilardo reforzara su superstición.
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