Consejos prácticos para la administración de antibióticos
22 de julio de 2016
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Como es bien conocido, los antibióticos son medicamentos usados para tratar infecciones bacterianas. Si bien muchas veces son administrados por vía parenteral, a través de inyecciones que se aplican en centros asistenciales por el personal de salud, la administración más frecuente cuando el paciente es atendido de forma ambulatoria es por vía oral.
De ahí que sea tan importante que la persona encargada de administrar el medicamento en casa y el propio paciente, conozcan bien todas las precauciones que deben tener para lograr una curación efectiva y minimizar los riesgos relacionados con la antibiótico-terapia.
Los antibióticos orales se presentan en diferentes formas farmacéuticas y para su administración se deben tomar varias precauciones.
Los polvos para soluciones orales deben prepararse empleando la cantidad exacta de disolvente, generalmente agua hervida, tal como indica el prospecto. Una vez añadida la cantidad exacta de líquido, hay que agitar vigorosamente para conseguir el reparto homogéneo del principio activo en todo el preparado. Esto debe hacerse antes de cada administración, de forma que el medicamento quede siempre bien mezclado.
Las cápsulas y las tabletas deben tomarse enteras y con agua suficiente para facilitar su deglución, nunca usando otro tipo de liquido como refrescos o zumos de frutas.
No es correcto abrir las cápsulas para diluir el polvo o fraccionar las tabletas recubiertas, ya que esto puede ocasionar que el medicamento no se absorba correctamente en el tubo digestivo y no produzca el efecto deseado.
Todos los medicamentos y en especial los antibióticos, deben ser conservados en su envase original bien cerrado y mantenerlos alejados del alcance de los niños. Deben almacenarse siguiendo las recomendaciones que aparecen en la etiqueta. Cuando no requieran ser refrigerado, pueden almacenarse a temperatura ambiente, pero siempre evitando exponerlos al calor excesivo y la humedad. Por lo que nunca deben guardarse en la cocina o el baño de la casa. Las soluciones orales, una vez abierto el frasco, deben conservarse en el refrigerador, manteniendo el envase bien cerrado y nunca deben congelarse.
Es importante recordar siempre que los antibióticos deben continuar tomándose hasta el final del tratamiento indicado, aunque el paciente sienta mejoría. Esto es primordial para evitar futuras recaídas y evitar la resistencia de los microorganismos. Al concluir el tratamiento hasta la última dosis prescrita, se debe desechar el sobrante de medicamentos que no hayan sido utilizados.
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