Comida rápida en Cuba
28 de mayo de 2020
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Parecería que el concepto de comida rápida es un fenómeno surgido en tiempos recientes y se atribuye fundamentalmente esta opción a la velocidad de la vida moderna. No es menos cierto que el ajetreo incesante de la contemporaneidad ha puesto mucho más que un grano de arena para que se multipliquen las ofertas y los puntos de venta que ofrecen comida rápidamente elaborada y más velozmente servida. Pero todo ello tiene sus antecedentes que van mucho más lejos de la pretendida reciente paternidad de la llamada cocina rápida.
El concepto en si establece varias características para diferenciarla de las ofertas gastronómicas habituales donde el cliente reposadamente se instala –comúnmente sentado alrededor de una mesa o barra- en las facilidades que brinda el establecimiento, revisa las variadas ofertas, solicita el servicio esperándolo con cierta paciencia, lo degusta gastando el tiempo que entienda y finalmente pide la cuenta que chequea a su antojo y se retira después de pagar lo consumido. Este proceso puede durar un lapso de tiempo relativamente largo que por regla general no es menor de una hora. Pero la cocina rápida pretende atacar los márgenes de tiempo que ese rito introduce, limitando el proceso de tal manera que la hora anteriormente invertida llega a trocarse en minutos.
Se caracteriza por estar diseñada para un flujo comercial expedito y popular, donde no es usual la presencia de camareros, sustituidos comúnmente por personal auxiliar para la recogida de sobrantes (platillos, vasos y raramente algunos cubiertos). El usuario ordena su selección en un punto fijo, paga al momento y dispone de ella en un lugar conveniente, que es parte del citado esquema.
También ha proliferado la manera de expender productos elaborados y envasados en recipientes de fácil apertura para degustarlos tanto al paso como en el hogar. En este sentido, está por ver si el sistema de venta por encargo y entregados a distancia de una gama no muy amplia de ciertos platillos (pizzerías y comida china como ejemplos evidentes) clasifica dentro de las comidas rápidas.
La comida rápida clásica ha limitado en buena medida la costumbre de comer en grupo alrededor de una mesa y propiciar el intercambio social propio de antiguos cafés o tabernas. Lo curioso de este hecho estriba en que, incluso en los hogares, las personas son proclives a seguir el patrón de apresuramiento e informalidad de la comida rápida.
Para alcanzar el objetivo, algunas operaciones propias de esta modalidad adquieren un carácter esencial, tal es el caso de la preelaboración sin la cual el producto ofertado no estaría a tiempo para procesarlo en segundos. Tecnologías más actuales como el horno de microondas aceleran los tiempos de calentamiento o cocción de algunas ofertas. Otra característica que comúnmente tienen las propuestas de la cocina rápida es un menor costo si se compara con la cocina habitual doméstica o de restaurante, y por ende, los precios de venta son, o deben ser, proporcionalmente más baratos.
La variedad de las comidas rápidas responde tanto a estándares internacionales como a requerimientos culturales propios de cada país. El muestrario de comidas rápidas en Cuba podría estar integrado por las llamadas fritas, frituras de todo tipo, papas rellenas, pizzas, pizzetas, tamales, croquetas, empanadillas, hamburguesas, emparedados, pastelería, perros calientes, refrescos, batidos…, aunque en nuestro entorno son conocidos algunos ejemplares que vienen de la profundidad colonial. El acta de un Cabildo celebrado en La Habana el 18 de enero de 1557, recoge textualmente el siguiente párrafo: “Otro si: porque muchas negras e otras personas andan por las calles bendiendo longanizas e buñuelos e maíz molido sin postura de diputado e en lo que benden no se les a puesto precio de cuya causa recibe perjuicio ansi mismo benden pasteles e tortillas de maíz e de catibias”. Como se puede apreciar, hace ya 500 años, por las calles de la capital cubana se voceaban y vendían hechuras de comida rápida propios del momento.
Como hemos explicado, se muestran a favor de la comida rápida los criterios sobre las facilidades de preparación, la rapidez del servicio y los menores costos. También tiene detractores quienes aducen que sus ofertas son básicamente ricas en grasas y altas en calorías, lo que incide de manera importante en el sobrepeso y en otros problemas de salud que trae aparejado el abuso del consumo de esta dieta. Peyorativamente se le conoce como “comida chatarra”.
Y tanto las bondades, como las críticas, no pocas veces rozan posiciones extremas que no ayudan a valorar y colocar en una justa posición, esta modalidad tan extendida y necesaria. Afortunadamente, sobresale con fuerza dentro de este debate, que no solo es privativo de la comida rápida, el principio que en toda preparación alimenticia para el consumo humano, debe primar la mesura, tanto en la cantidad como en la calidad de los ingredientes, y a ella deben aferrarse las personas con la idea de satisfacer saludablemente su necesidad natural de supervivencia.
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