Clima, ropa y construcciones coloniales
2 de agosto de 2013
Si no se conoce bien el pasado en toda su contradictoria complejidad, también el futuro será un misterio oculto bajo siete llaves.
Yeremei Parnov
A veces nos preguntamos como era el clima durante La colonia y si, los caballeros, las damas y los soldados españoles de entonces podían soportar el calor de la isla con aquellos atuendos, con que solemos verlos en las ilustraciones de la época y que hoy nos parecen incómodos y calientes.
Las construcciones coloniales también eran un intento de solución a las condiciones climáticas pero según las consideraciones de los arquitectos de entonces. No existían ventiladores ni aparatos de aire acondicionado y el clima en nuestra latitud la mayor parte del tiempo traía altas temperaturas, por lo que era necesario refugiarse en la sombra de los edificios y se construyeron paredes gruesas como se acostumbraba en el clima continental de Europa para aislarse del calor, cuando lo más aconsejable eran construcciones más ligeras, la sombra, y el aprovechamiento de la brisa.
Para buscar soluciones acordes con el clima tropical florecieron los altos puntales para propiciar la convección y la ventilación, los patios interiores, con fuentes y vegetación, a los que tributaban los corredores interiores de las grandes casas coloniales.
Uno de los aspectos importantes era la sombra, el sombreado interior garantizaba bajas temperaturas en comparación con el exterior, sobre todo al evitar el asoleamiento intenso típico de esta zona.
Las ciudades se vieron llenas de corredores con portales por los que paseaban las personas para protegerse del sol tropical, los lugares de recreo fueron los paseos y jardines donde la sombra, de glorietas, pérgolas y sobre todo de los árboles, era un elemento principal.
También se desarrolló la ciudad compacta en la que las calles desprovistas de vegetación y fachadas planas dejaban entrever por las ventanas las salas de las viviendas y los patios interiores.
Este diseño de ciudad de calles estrechas y fachadas planas se hereda de latitudes más altas de Europa, donde el viento es una molestia y no un alivio.
Al circular por la acera y sufrir el calor de la calle se podía sentir el fresco del interior de las casas cuando se pasaba ante una ventana o una puerta abierta. De esa época es el calificativo de acera de los bobos a la parte soleada de la calle.
Se usaban entonces toldos, tanto en las fachadas como en lo alto de las calles, como falsos techos que colgaban en lo alto.
Nos preguntamos si entonces había tanto calor como ahora. En las fotos antiguas vemos que la ropa que se usaba entonces solo la podríamos soportar hoy en invierno.
Las vestimentas tan densas y abigarradas obedecían a una moda basada más en el pudor que en el confort, el calentamiento que sufrimos hoy no era tan marcado entonces a pesar de estar en el trópico. Se usaban, para contrarrestar el calor, sombreros, sombrillas y abanicos. Las mujeres como siempre más avanzadas en la moda no tenían que usar los pesados chalecos, sacos y levitas que hacían sudar a los hombres, sobre todo al mirar a las damas con los hombros desnudos y los escotes atrevidos.
Pero al mismo tiempo estaban las fortalezas militares donde debían permanecer las tropas que defenderían las ciudades de los ataques de piratas y tropas de países enemigos.
La solidez del tipo de construcción propiciaba una gran inercia al edificio que además de la resistencia mecánica también abarcaba la inercia térmica, pero a la vez que esto protegía a sus moradores aumentaba la necesidad de ventilación, y de iluminación. La falta de iluminación obligaba a utilizar antorchas malolientes y humeantes en los pasillos y habitaciones, esto ponía en crisis la ventilación y la calidad del aire.
Por ser fortalezas no podían tener grandes ventanales hacia el exterior desde donde debía venir el enemigo, sino ventanas estrechas, aspilleras de tiradores y troneras para los cañones.
Los pisos y patios no podían estar llenos de la tan necesaria vegetación en nuestra latitud, pues cada fracción del espacio era Sumémosle a esto la vestimenta de los soldados diseñada en España y utilizada en el trópico.
Pensemos por un momento al recorrer nuestra ciudad y sentir el calor sofocante o el fresco de sus áreas sombreadas, la brisa del mar, o el aire acondicionado de los comercios, que varios siglos atrás este mismo sol calentaba esta costa tropical y tanto la moda como la arquitectura nos daban una respuesta diferente a las condiciones del ambiente.
Las soluciones constructivas de una época se heredan como patrimonio arquitectónico y se mantienen en tiempos posteriores aunque las condiciones sociales, tecnológicas y climáticas sean diferentes, ya que un inmueble no se puede cambiar tan rápido como la ropa.
Por eso, al ver las fotos de las construcciones y ropas de otra época, nos preguntamos, cambio climático aparte, cómo soportarían entonces el clima tropical de nuestra isla.
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