Claudio Abbado
2 de agosto de 2017
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Entre los directores de orquesta más célebres que se detuvieron en La Habana para dirigir conciertos está el maestro italiano Claudio Abbado, quien a sus dotes musicales aunó las de promotor de orquestas sinfónicas juveniles y el apoyo al sinfonismo en tierras de América Latina.
Hoy es Abbado uno de los mitos de la dirección orquestal, un maestro cuya estela dejó recuerdos en la memoria de los músicos a quienes dirigió, de los auditorios y de la crítica especializada de Europa.
Nacido en Milán en 1933, Abbado murió en Bolonia en enero del 2014 a los 80 años. Los detalles de su biografía nos revelan el ascenso paulatino del director, su reconocimiento como uno de los directores sinfónicos más importantes de la época que sucede a la terminación de la Segunda Guerra Mundial y hasta nuestros días.
Premios recibió varios, los más significativos para su carrera lo fueron el del Concurso de Dirección Orquestal Serguei Kusevitsky, 1958, y el de Dirección Dmitri Mitropoulus en 1963, ambos conferidos en Estados Unidos. Uno y otro le dieron renombre dentro del panorama de la conducción orquestal en todo el mundo.
Cuatro pautas, cuando menos, destacan en la carrera de Claudio Abbado: su condición de Director Musical del teatro La Scala, de Milán, entre 1968 y 1986, donde fundó la Orquesta della Scala; su designación como Director Principal de la Orquesta Sinfónica de Londres, entre 1979 y 1987; de Director Musical de la Ópera Estatal de Viena, de 1986 a 1991, y de Director Musical de la Orquesta Filarmónica de Berlín, de 1989 a 2002.
En Cuba, el maestro Abbado se detuvo en dos ocasiones. Desde finales de 2003 hasta los días iniciales de 2004 impartió en La Habana uno de tales talleres con estudiantes de los conservatorios, y el día 10 de enero de 2004, durante la culminación de estos se realizó la audición pública de Poema de amor de Tristán e Isolda, de Wagner, y de la Séptima sinfonía, de Beethoven.
Regresó en enero de 2005, cuando dirigió dos conciertos dedicados a Beethoven en el auditórium Amadeo Roldán, con la Orquesta Juvenil de Cámara Mahler, compuesta por instrumentistas europeos de alrededor de 15 países. Crítica y espectadores se deshicieron entonces en aplausos y expresiones de satisfacción por la excelsitud del espectáculo.
Los conciertos dirigidos por el maestro Abbado en una y otra visita a la Isla aparecen registrados en la memoria musical de la crítica como momentos excepcionales del sinfonismo en Cuba.
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