Centenario de un monumento a la ciencia
17 de mayo de 2021
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A las 3:00 p.m. del lunes 16 de mayo de 1921 fue inaugurado el Edificio de Astronomía del Observatorio Nacional, una obra de primer orden entre las más funcionales y hermosas construcciones habaneras expresamente destinadas a la actividad científica.
El pueblo lo identifica de modo sencillo y directo como “el edificio de la bola”.
Su culminación fue resultado de tres años de gestiones y empeños liderados por Luis García Carbonell y José Carlos Millás, director y subdirector, respectivamente, de aquella institución. Sin embargo, nada se hubiera conseguido sin el apoyo del general Eugenio Sánchez Agramonte, Secretario de Agricultura en el gabinete del presidente Mario García Menocal, quien dio luz verde al proyecto y gestionóun presupuesto de $ 30 000 (USD), equivalentes en la actualidad a casi medio millón de dólares (según índices de inflación para 2019).
Como su nombre indica, el pabellón fue concebido para el departamento astronómico del Observatorio. Sus prestaciones incluían una plataforma y el domo para el telescopio refractor adquirido en 1919 por el estado cubano; un laboratorio fotográfico; un salón de sesiones científicas; una biblioteca especializada; un par de oficinas; y la vivienda del director, encargado de efectuar observaciones astronómicas durante la noche y, sobre todo, de trabajar ininterrumpidamente cuando los huracanes amenazaban al territorio cubano.
En el edificio se cimentó una cripta semisubterránea destinada al cronómetro de alta precisión que daba el cómputo de las horas sideral y local. En este instrumento se generaban señales transmitidas en tiempo real y por enlace conmutado hacia la central de correos y telégrafos de La Habana, para la hora oficial de la República de Cuba.
Parte de este valioso patrimonio lo comparten hoy dos instituciones de nuestra Agencia de Medio Ambiente. El telescopio quedó al cuidado del Instituto de Geofísica y Astronomía, mientras el edificio es parte de la sede del Instituto de Meteorología, cuya dirección se afana en concluir su restauración exterior e interior y devolver todo su valor patrimonial a un recinto que debe cumplir el objeto social al que hoy se destina, entre ellos la operación del radar meteorológico de la estación de Casa Blanca.
Necesitaría disponer de más espacio para abundar en decenas de detalles históricos relacionados con esta construcción, ya secular, pero es obligado reiterar el papel de García y de Millás, que conceptualizaron las funciones originales del inmueble. Del mismo modo, cúmpleme honrar la memoria del arquitecto Oscar Contreras Moya, proyectista de la obra civil y el estilo de este monumento, que atesora cien años enriqueciendo a la ciencia y ornando a la capital cubana.
¡Un saludo para todos!
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