Cástor Vispo
18 de agosto de 2021
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A los cubanos de hoy puede resultar extraño (pues en verdad lo es) el nombre de Cástor Vispo, escritor y actor nacido en España que desarrolló su labor y ganó renombre y popularidad en Cuba.
De Vispo, llegado desde La Coruña a la edad de 18 años en las primeras décadas del siglo XX, poco se conoce acerca de lo que hacía en España antes de su arribo, por lo que “nace” verdaderamente en la Isla y “se hace” dentro del medio radial. Poseía dotes especiales el joven gallego: asimiló las particularidades del habla, de la cultura, de la idiosincrasia, y se compenetró con el humor criollo. También, años después se naturalizó.
Trabajó en oficinas, en la prensa escrita, en el teatro y la radio, donde halló espacio. Y no fue la suya una irrupción ruidosa sino el resultado de un proceso en que paso a paso fue probando fuerzas.
Cástor Vispo queda en la historia y en la memoria de los medios radiales y de difusión de Cuba como autor de los libretos o guiones del programa La tremenda corte, cuya impronta aún perdura pese al tiempo transcurrido. Se trató aquel de un programa de humor tradicional, al alcance y gusto de todos, en que prevalecían la chispa, la creatividad, el uso de la palabra adecuada para la circunstancia y la espontaneidad que debe esperarse de quien maneja las cuerdas del humor con el pulso justo. Puesto al aire en 1941 por la emisora RHC Cadena Azul, al año siguiente pasó a trasmitirse por el circuito CMQ, y alcanzó un éxito sostenido.
Al cubano de hoy no le será difícil imaginarlo porque a semejanza y homenaje de aquel se hizo otro muchos años después por televisión, titulado Jura decir la verdad, cuyo núcleo se desarrolla igualmente en un juzgado donde se presentan situaciones “vecinales” bajo el protagonismo del personaje Trespatines, quien hace víctima a Rudesindo o a Nananina de delitos de robo, engaño y otras artimañas, por lo que es acusado ante el juez correccional.
Humor típico, lleno de ingenio pero eficaz para mantener a los oyentes pegados a la radio por media hora y dejarlos con una sonrisa. Aquel potaje se salpimentaba mediante la caracterización de los personajes por actores con demostrada vis cómica, como Aníbal de Mar, Leopoldo Fernández, Mimí Cal y otros no menos eficaces.
Vispo escribió además comedias para el teatro, guiones para el cine y otras series humorísticas. Murió en 1966 en La Habana y sus restos descansan en su patria adoptiva.
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