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Casa de San Ignacio 255 esquina a Lamparilla (II)

9 de diciembre de 2016

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S. Ign. 255, esquina (Small)

 

Según el historiador José M. Torres Pico, el inmueble estuvo arrendado a la Sociedad Mercantil en Comandita, Araluce Martínez y Compañía, constituida en La Habana en 1908. Y este mismo propietario, o sea, Andrés Prieto y Fernández, luego vendió la finca a Don Agustín Varona González del Valle, médico cirujano, natural y vecino de La Habana, por el valor de 55 000 pesos oro español, y este a su vez a Francisco Reyes Guzmán. Al fallecer este señor en 1914, sin testamento y soltero, se declaran herederos del difunto sus hermanos y sobrinos, todos de apellidos Reyes y Piat.

Estos beneficiarios, de mutuo acuerdo, arriendan la casa a la Sociedad en Comandita de Araluce y Compañía, sucesora y liquidadora de la Araluce, Martínez y Compañía, sustituida por escritura de 1915. El convenio estipulaba 6 años de plazo a contar desde el 22 de noviembre de 1919 hasta similar fecha de 1925. Las mensualidades eran de 500 pesos moneda oficial, a pagar en el domicilio de la sociedad, ubicado en el propio San Ignacio 23, y estaban obligados a conservar la edificación.

En 1926, la familia Reyes y Piat, renueva el arrendamiento a la Sociedad Alegría Lorido y Compañía, sucesora de la misma que giraba bajo la razón social de Araluce Alegría y Compañía, por el término de 8 años, por el pago de 700 pesos moneda oficial cada mes y el compromiso de responder por el mantenimiento del inmueble.

En 1937, uno de sus dueños, José Ramón Reyes, solicitó licencia a la Alcaldía Municipal para hacer reformas en el inmueble. Los trabajos fueron dirigidos por el Arquitecto Federico de Arias Rey.

 

S. Ign. 255 portada (Small)

S. Ign. 255 portada

 

Hasta el momento, a pesar de haber sido utilizado, más como edificio para la renta de oficinas y comercios que para vivienda, el inmueble mantuvo las características de la arquitectura doméstica del siglo XIX. El arquitecto Daniel Taboada, en su libro Otras portadas de La Habana, destaca sus rasgos distintivos y en especial su portada, cuando la describe: “Casa de tipología de entresuelo con altos puntales. Su portada realza un vano de altura moderada y no presenta el habitual doble puntal en el zaguán, al tener corrido el entresuelo, con lo que se perdió el contraste de escalas en fachada, tan agradable en esa tipología. El enmarcamiento está resuelto de una recia moldura que se expande en los ángulos superiores en forma de orejetas rectilíneas dentro de los cánones neoclásicos, muy sobriamente enlazada a la consola del balcón superior. Se conserva un guardacantón de hierro fundido con motivos decorativos neoclásicos de palmetas y rosetas. Portón desaparecido. La tipología de entresuelo corrido sobre zaguán no aparece muy reportada, aunque resulta muy habitual en la tipología doméstica gaditana.”

Según la Memoria Descriptiva del proyecto de los años de 1930, las obras de reformas consistían en dedicar las dos plantas altas a locales para oficinas y la planta baja para establecimientos. Para ello se mencionan los siguientes trabajos:

Demolición de la escalera de madera que va desde el piso alto a la azotea, y del servicio sanitario junto a la misma.

Supresión de servicios sanitarios en las dos plantas altas, junto a la medianera de la calle Lamparilla, abriendo un patio que arranca desde la planta baja para ventilación de dichos servicios y de los dos locales contiguos.

Construcción de un patio de ventilación en la medianera de la calle San Ignacio, en la altura de las tres plantas, para la ventilación de la cocina del piso alto y los dos locales adjuntos.

Los aparatos de los servicios sanitarios y de la cocina desaguarán a las tuberías de desagüe ya existentes.

Instalación de una escalera de hierro helicoidal en el recibidor de la planta alta para acceso a la azotea.

Construcción de tabiques alicatados para división de locales.

Construcción de una cocina con fogón, fregadero y vertedero, en el apartamento del encargado.

Reparación del soldado de mosaicos de los pisos altos, sustituyendo el que esté en mal estado, así como el de la planta baja con mortero de cemento y arena.

Repaso de desconchados y pinturas en general.

El edificio fue declarado utilizable el 21 de abril de 1938.

S. Ign. 255 altos

S. Ign. 255 altos

 

En 1944, la mayoría de sus propietarios, en comunidad y proindiviso venden, ceden y traspasan las participaciones que le correspondían, a los señores Luis Ramón Santeiro Crusellas y Ramón Antónimo Crusellas Quesada, por el precio de 42 857.15 pesos. Adquirida la casi totalidad del inmueble, los Crusellas inscribieron el dominio que adquirieron a partes iguales.

Crusellas y Compañía S.A., fue fundada como fábrica jabonera, de velas y bebidas, en 1863, por los hermanos catalanes Juan y José Crusellas. Casi cien años después, se convirtió en la mayor industria de su giro y la sexta por el número de trabajadores entre las no azucareras. Según Guillermo Jiménez, en Las Empresas de Cuba 1958, el 40 % de las acciones estaban en manos de la familia Crusellas, descendientes de sus fundadores, quienes mantuvieron la línea de los jabones, cremas y perfumes e incorporaron a su producción el detergente, ganando con ello posiciones en el mercado.

Fueron estos los últimos propietarios registrados y quienes mantuvieron el dominio de la finca hasta que después de 1959, les fuera intervenida tras las leyes del nuevo gobierno.

Llegó a la actualidad convertida en ciudadela y muy deteriorada. La Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana ha concebido para este inmueble un nuevo proyecto de carácter social, y en el presente se ejecuta su restauración.

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