Casa de la calle San Ignacio No. 352 esquina a Teniente Rey

29 de julio de 2019

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Zenaida Iglesias Sánchez

Antes: Casa de las Hermanas Cárdenas.
Hoy: Centro para el Desarrollo de las Artes Visuales.

 

 

En la Plaza Vieja del centro histórico habanero y formando ángulo en las esquinas de San Ignacio y Teniente Rey, destaca la antigua mansión de las hermanas Cárdenas, sus muros encierran apasionantes historias. A finales de los años 1980 fue restaurada para acoger al Centro para el Desarrollo de las Artes Visuales. Una excelente vida cultural ha venido desarrollando desde entonces, sirviendo sus galerías de valiosas muestras del arte contemporáneo.

 

 

Se estima que fue construida entre 1796 y 1802 representando por esto el tránsito de un siglo a otro. Pero la parcela de terreno donde se levanta estuvo construida desde época muy temprana. En 1602 la casa que la ocupaba pertenecía a don Francisco de Rojas; luego a don Ambrosio de Sotolongo y Casuso y posteriormente a don Pedro Beltrán de Santa Cruz y Beitía en 1669. Hacia 1796 comenzó a reconstruirse para estas propietarias: Doña María Loreto y Doña María Ignacia de Cárdenas y Santa Cruz, hijas de don Agustín de Cárdenas Vélez de Guevara y Castellón, Marqués de Cárdenas de Monte Hermoso y descendientes del señor Santa Cruz y Beitía antes mencionado. Las hermanas Cárdenas y su familia, pertenecieron a la clase más pudiente de la sociedad habanera de su época. Cuentan que durante el tiempo que la habitaron ofrecieron en ella numerosas tertulias. Luego continuó durante largos años en la sucesión de esta familia.

 

 

En 1834 la Sociedad Filarmónica alquiló la casa durante dos décadas. Durante este tiempo sus salones fueron escenario de lujosas fiestas. Por entonces fue objeto de ciertas obras de remodelación, los balcones de madera se sustituyeron por los de hierro y se colocó mármol en los pisos de los salones, algo muy solicitado por los bailadores que asistían al lugar. Desde mediados del propio siglo XIX se encontraban instalados en la planta baja de la casa una serie de establecimientos comerciales: una sastrería, una quincalla; una peletería; una barbería y una hojalatería, entre otros.

 

 

En las primeras décadas del siglo XX quedó convertida en casa de vecindad por sus propietarios Julia Valdés y Lorenzo Gómez, continuando la planta baja destinada a comercios. Se fue deteriorando paulatinamente hasta llegar a un estado lamentable de conservación declarándose inhabitable.

 

 

En 1984 se crearon las condiciones para su restauración, el proyecto recayó en manos del arquitecto Nelson Melero, del Centro Nacional de Conservación Restauración y Museología. Periódicos trabajos de mantenimiento y restauración de sus espacios, han permitido una larga vida para el Centro dentro de este importante inmueble de la Habana colonial.