Casa de la calle Empedrado No. 207, entre San Ignacio y Cuba
6 de enero de 2017
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La Bodeguita del Medio conserva intacta esa atmósfera bohemia que caracteriza el interior del bar-restaurante. A su entrada, la barra, con el antiguo mostrador de caoba pulido y las paredes atestadas de objetos: recortes de prensa, afiches, pinturas, caricaturas, fotos que hacen historia, banderitas de todas las naciones y las escrituras, huella esgrafiada de todos los que han detenido su andar allí alguna vez.
El Sr. Ángel Martínez fue el propietario del establecimiento que hacia 1942, cuando era una simple bodega para la venta de víveres se convirtió en “La Casa Martínez”. Poco a poco, se transformó en fonda, donde Armenia, la esposa del bodeguero devino en excelente cocinera de exquisitos platos criollos. El Sr. Félix Ayón, propietario de una imprenta vecina, rebautizó el lugar como “la Bodeguita del Medio”, por estar ubicado el establecimiento a mediación de la calle y no en esquina, como era frecuente. Esto ocurrió en la década del ‘50 del pasado siglo XX. El local prontamente adquirió prestigio y fue reconocido en la prensa de la época, por encontrarse siempre colmado de clientes, sobre todo de los trabajadores y funcionarios que laboraban a pocos pasos del lugar, en la plaza de la Catedral, donde radicaban varias oficinas y ministerios.
Posteriormente se amplió hacia el fondo y los altos, ganando sitio para más comensales. En su interior se refugiaban artistas bohemios de diferentes épocas, atrapados largas horas por la magia del lugar. La Bodeguita del Medio ha sido visitada por notables figuras de la cultura y la historia nacional e internacional: Nicolás Guillén, Alejo Carpentier, Bola de Nieve, nuestros reconocidos artistas de la plástica Wifredo Lam y Víctor Manuel; así como figuras de gran prestigio internacional: Errol Flyn, Ernest Hemingway, Jorge Negrete, Pablo Neruda, Gabriel García Márquez, por solo citar algunos. A la típica comida criolla se unió el fabuloso mojito, con la frase atribuida a Hemingway “Mi daiquiri en el Floridita, mi mojito en La Bodeguita”, esto ha devenido más que en un símbolo, en costumbre, para todos los visitantes que arriban a nuestra Habana colonial.
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