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Casa de la calle Amargura No. 65 entre San Ignacio y Mercaderes

20 de mayo de 2016

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Antigua Casa de la familia Arango y Parreño.
Hoy: Oficinas del Historiador de la ciudad.

 

Amargura 65, antes de la restauración.

Amargura 65, antes de la restauración

 

La historia del edificio se remonta a 1731, cuando atestiguan los documentos, ocupaba esta parcela una casa colonial de una sola planta de altura y cubierta de tejados. A mediados del mismo siglo XVIII la compró el señor don Miguel Ciriaco de Arango, que la mantuvo en su poder hasta que lo sorprendió la muerte entrado el siglo XIX. Para entonces la casa se había ampliado y reconstruido, alcanzando dos pisos de altura.

 

Amargura 65, obras de restauración.

Amargura 65, obras de restauración.

 

 

Aquí debieron nacer los hijos habidos en su matrimonio con doña Juliana Parreño, el último de ellos, nacido el 22 de mayo de 1775, fue el ilustre pensador cubano Francisco de Arango y Parreño, representante de la corriente reformista del pensamiento de su época, quien se destacó por la labor desarrollada durante su vida, por la que recibió el título de marqués de la Gratitud. Los dueños de la casa en el siglo XIX la alquilaron a terceras personas que aquí establecieron su modesta morada, es muy probable que contara con algunas dependencias comerciales o accesorias hacia la calle en planta baja. Permaneció en poder de la familia Arango y Parreño hasta 1820, luego cambió indistintamente de propietarios, entre estos figura la empresa del Diario de la Marina en 1858.

 

Amargura 65, después de la restauración

Amargura 65, después de la restauración

 
En la primera década del pasado siglo XX se arrendó al comerciante Ángel Francisco Madrigal, quien tuvo a su cargo una serie de reformas en el edificio con el objetivo de adaptar los espacios a sus intereses, por entonces se cambió la antigua escalera de piedra por otra de pasos de mármol, se construyeron tabiques divisorios y se añadió un vano a la fachada para aumentar los accesos al establecimiento que comercial que abrió sus puertas allí. Las obras corrieron a cargo del arquitecto Alberto de Castro. En poder de esta familia y de sus herederos llegó al año 1953.
Con el paso del tiempo se transformó y deterioró considerablemente, llegó a nuestros días convertida en ciudadela o casa de múltiples familias en un lamentable estado de conservación, hasta que por fortuna fue incluida en los planes de restauración de nuestra institución, impidiendo la pérdida de este valioso exponente de la arquitectura colonial.

 

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Amargura 65, después de la restauración (interior)

 
Un cuidadoso estudio del edificio fue llevado a cabo por los especialistas del Gabinete de Arqueología, quienes trabajaron en las excavaciones realizadas en distintos de sus espacios en busca de mayor veracidad del pasado histórico. A la casa de Amargura No. 65 se le otorgó el presente año el Premio Nacional de Arquitectura. Bellamente restaurada, acoge en su interior la oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.

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