Casa de la calle Amargura 255, esquina Mercaderes
25 de diciembre de 2015
|Antigua casa de La Cruz Verde
Hoy: Museo del Chocolate y vivienda
El Museo del Chocolate tiene su sede en el centro histórico habanero para todos los amantes de la fruta del cacao en sus múltiples expresiones. Una pequeña sala de exposición; una cafetería para degustar del alimento; el mostrador para la venta de golosinas y un ambiente encantador encuentra el visitante. El proyecto recayó en especialistas de la de la Oficina del Historiador, quienes devolvieron al antiguo edificio la prestancia que merece.
Situado en la intersección de dos importantes arterias de la ciudad colonial: Amargura y Mercaderes, los historiadores ubican la época de construcción del inmueble en el siglo XVII, atribuyéndose su propiedad a la familia Basavé y al Capitán de Voluntarios de Caballería don Francisco Zequeira y León, Conde de Lagunillas. Durante algún tiempo también fue propiedad de la familia Herrera.
Originalmente contó con dos plantas de altura y marcada sencillez en sus características arquitectónicas, donde destacó el balcón corrido por ambas calles. Durante la época republicana se instalaron aquí diferentes comercios, una bodega, un café, siempre con el nombre de “La Cruz Verde”, haciendo alusión a este elemento de madera existente en la esquina desde tiempos remotos, que le diera nombre, hasta la actualidad a la edificación.
La Cruz Verde: evidencia física de la vocación religiosa de la población y de sus tradiciones, como la celebración del Via-Crucis, cuando cada año en Semana Santa, partían los fieles en procesión desde la Capilla de la Veracruz de la Orden Tercera del convento de San Francisco, por todo lo largo de la Calle Amargura, hasta la ermita del Humilladero, después iglesia del Santo Cristo del Buen Viaje. De esta forma, se hizo habitual marcar las estaciones donde se detenía el recorrido con una cruz de madera colocada en cada esquina, conservándose en la actualidad solo esta. Tradición que se mantuvo hasta el año de 1808.
La casa se transformó notablemente con el transcurso de los años por sus diferentes propietarios y en función de los intereses y el uso dado por cada uno de sus inquilinos. Posteriormente perdió la planta alta. Se deterioró considerablemente y conservó solo en pié la fachada, utilizándose el interior vacío como parqueo durante años. La fachada se preservó para perpetuar la evidencia del hecho religioso que la distinguía del resto de sus colindantes y la magnífica Cruz Verde perduró en su lugar habitual.
La nueva intervención llevada a cabo en el edificio permitió devolverle su apariencia física con dos niveles de altura, combinando con el uso referido –Casa museo del Chocolat– la habitacional en planta alta, respondiendo a los objetivos primordiales de la obra social desplegada por nuestra institución.
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