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Cartas de Caturla (I)

6 de febrero de 2015

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portadaLas cartas son testimonios de valor incalculable para conocer la personalidad de su autor, y en 1978 la Editorial Arte y Literatura tuvo el acierto de publicar una cuidadosa selección de la correspondencia de Alejandro García Caturla (1906-1940) realizada por la investigadora y profesora María Antonieta Henríquez. A algunas de estas cartas dedicaré mi comentario de hoy.
Caturla nació en la ciudad de Remedios, donde transcurrió su vida de juez justo y artista de excelencia, a quien el destino le jugó una mala pasada. En su correspondencia están presentes sus opiniones sobre la música y los músicos; los desmanes políticos; la manipulación de las autoridades respecto al cobro de Premios; la azarosa vida de los artistas, y un sinfín de hechos que marcaron la época que le tocó vivir. En sus últimas cartas, denuncia la amenaza de que era objeto por parte de los familiares de un delincuente al que él condenó, a las cuales no le prestaron atención quienes podían haber evitado su muerte. Comenzaré ofreciendo un fragmento de la misiva que él dirigió a Francisco Llaca Argudín, Magistrado del Tribunal Supremo, el 20 de mayo de 1940.
“Mi ilustre amigo y compañero: Me es grato adjuntarle su pequeño trabajo (…) Como verá, abordo el tema cada vez más actual y grave, poniendo al descubierto muchos puntos negros del mismo que aunque están en la conciencia de la ciudadanía no han sido expuestos hasta hoy, precisamente por el motivo de que, si al fin la Asamblea Constituyente llega a dar cima a su labor y se adaptan las leyes orgánicas a sus nuevas doctrinas, puedan tomarse las medidas legales que extirpen el mal o lo reduzcan a proporciones mínimas. Si el tiempo me lo permite, pronto le enviaré otro trabajo que estoy comenzando sobre «Medidas tutelares» para menores delincuentes o en estado de peligro, problema interesante que necesita de la polémica para su mejor resolución, hábida cuenta del desconcierto que parece haberse creado alrededor de su8 correcta aplicación”.
Evidentemente, García Catarla no sólo se preocupaba por la música, sino por los asuntos relacionados con las justicia social. Esta carta fue escrita seis meses antes de su asesinato.
Sobre el tema, continuaré hablando en mi próximo comentario.

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