Calle Peña Pobre

24 de junio de 2016

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Zenaida Iglesias Sánchez

 

 

De la calle Peña Pobre nos cuenta el historiador José María de la Torre, que debe su nombre a que cuando se abrió se veía desde ella la loma del Ángel, que se conoció en un tiempo por la Peña Pobre. Cada una de sus esquinas se denominó de manera peculiar por un vecino distinguido, un accidente natural o simplemente un hecho curioso, como la esquina que hace con la calle Aguiar, que se llamó en un tiempo “la esquina del mono”, por un gracioso animalito de esta especie que hubo en ella, propiedad de un vecino allí radicado.

 

 
La curiosa perspectiva de esta arteria la hace singular al resto de las calles del territorio del centro histórico actual, porque es pequeña y angosta, con una extensión de solamente tres cuadras, comienza en la calle Cuba pata terminar en la de Monserrate, por lo que atraviesa la ciudad de este a oeste.
Por su parte, Manuel Fernández Santalices, nos informa que el tramo de esta vía que corre entre las calles Habana y Monserrate es más estrecho y ha tenido varios nombres a través del tiempo, por ejemplo: callejón de la Leche y callejón de las Floridanas, por haber vivido allí una familia llegada desde La Florida y el primero, porque en sus inmediaciones se reunían los lecheros para vender este alimento desde horas tempranas del día. Lo cierto es que la calle vive en torno a una serie de leyendas que se repiten por generaciones aumentando su encanto, ya sea un crimen pasional o la mística fama de una mujer cartomántica.

 
Por su curiosa perspectiva a motivado al pincel de numerosos artistas y se ha visto reflejada en distintos materiales cinematográficos. Entre los personajes famosos que la frecuentaron se citan a los luchadores independentistas José Lacret y Enrique Collazo, en una casa que ya no existe y en la marcada con el número 1 se dice que el pintor Eliab Metcalf pasó varias épocas retratando a notables figuras de la nobleza colonial. También vivieron en Peña Pobre los músicos Carlos y Jorge Anckermann.

 
En la actualidad la calle mantiene su fisonomía, aunque los inmuebles distribuidos por cada uno de sus lados han sufrido serias transformaciones; algunos de ellos se encuentran remozados debido a la intervención de propietarios particulares, que han readaptado la funcionalidad del edificio convertido ahora en cafetería u hospedaje; gracias a esta cuidadosa labor de rescate, siempre asesorada por especialistas de la Oficina del Historiador vinculados a la salvaguarda del patrimonio construido, muchos ejemplos son rescatados de la ruina en la ciudad y lucen hoy sus mejores galas.