Café Europa: el grande de la calle Obispo II
22 de agosto de 2014
|El edificio. Sus propietarios
A partir de la investigación realizada en el Registro de la Propiedad de La Habana se hallan datos de este edificio muy tempranamente como 1734, cuando al referirse a una imposición de un derecho real de censo a favor del Convento de Santa Clara se habla ya de una “…casa baja de rafas y tejas y accesorias que hacen esquina a la calle que va de la Iglesia de San Felipe a la portería del Hospital de San Juan de Dios y a la que cruza y va de la Parroquial Mayor a Monserrate…”, entonces se marcaba por la calle Aguiar y pertenecía a Doña Josefa Calatayud. Esto indica que ya desde esa fecha (posiblemente mucho antes, pues aparece un impuesto a favor del Convento de Santo Domingo desde 1712) la parcela estaba construida y con las dimensiones similares a las que conservó hasta la actualidad, haciendo esquina a las calles Aguiar y Obispo y con accesorias que siempre aparecerán en las sucesivas descripciones.
La primera inscripción en el siglo XIX aparece en 1874: “…casa de mampostería, tapia, azotea y tejas, sita en la calle de Aguiar Nº 90, esquina a la de Obispo, compuesta de 375 m 84 cm de terreno cuadrado en la acera del Sur, con las accesorias que hacen frente a la calle del Obispo Nº 59 y 61,(…) la segunda, con su entresuelo(…)”
Es su propietario en ese año en que la compra Don León Martiartu y Narpé y antes lo fueron Doña Irene Calderón y Matamoros desde 1838, Don Juan Tomás Palacios del Castillo, sin precisar fecha, Doña Manana y Doña Francisca de Herrera desde 1755.
Dicho señor falleció en 1876 pasando la casa a manos de su hijo Don José de Martiartu y Gaytán y su esposa Doña Dolores Gaytán y Lauguentieri. Hacia 1878 esta señora constituye una hipoteca voluntaria a favor de Don Juan Suriol, natural de Tarragona y comerciante de esta ciudad, quien hasta el momento, parece ser el primer propietario del café, es decir, su fundador y primer arrendatario del lugar para este fin y por tanto quien lo hiciera famoso y guiara por muchos años. Doña Dolores Gaytán vendió la casa en 1890 a Don Bernardo Martínez y Bautista, a cuyo fallecimiento heredan la propiedad sus hijos Don Antonio, Juana, María Enriqueta y Lucrecia Martínez Herrera, así como su esposa Doña Agapita Herrera. Con el deceso de parte de los herederos, finalmente la casa quedó en manos de Doña María Enriqueta en 1914, quien construyó una nueva edificación, la que hoy se conoce, y que en el Registro aparece descrita de la siguiente manera:
“Está construida de cantería en sus fachadas, estructura de acero, techos de hormigón hidráulico, reforzada con tejidos y vigas metálicas, particiones de ladrillo, pisos de mármol y losas de mosaicos y carpintería de cedro, y distribuida, la planta baja comprende un local destinado a establecimiento, con sus dependencias y anexidades y un zaguán con la escalera de mármol y el elevador eléctrico que enlaza todas las plantas. El piso principal comprende catorce locales para oficinas, servicios y desembarque en elevador y escalera. El segundo piso comprende los mismos locales y dependencias que el principal. El tercer piso comprende cinco habitaciones, desembarque del elevador, servicios y una escalera de servicios.”
A partir de esta nueva obra la casa se registró por Obispo con el Nº 59 (antiguo). Fueron sus contratistas los señores Eugenio y Luis Dediot y Recolín, firma reconocida en el mundo de la construcción en las primeras décadas del siglo XX.
Doña Enriqueta arrienda el edificio, en 1931, a un nuevo inquilino: el comerciante José Alonso y Morán, quien a su vez subarrienda una porción de la planta baja a la Sociedad de “Cacheiro y Hmno.” El registro de propietarios y arrendatarios concluye en esta fecha, por lo que se infiere que hasta 1959 se mantuvieron estos últimos. Después del proceso de intervención revolucionario las plantas altas se destinaron a viviendas, en tanto la baja mantuvo la función comercial.
En las décadas siguientes, aunque ya la cocina no fuera la misma, siguió gozando de la popularidad de todos los habaneros, en especial, en los años en que funcionó como pizzería, hasta cerrar por el deterioro del inmueble y del servicio gastronómico. Recientemente rehabilitado por la Oficina del Historiador de la Ciudad de la Habana, y en explotación por la Compañía Habaguanex, adscripta a dicha institución, el antiguo Café Europa sigue siendo un sitio especial de la calle Obispo, ahora reabierto como Restaurant. Y si bien no ofrece aquel menú que recuerdan los abuelos, se precia se ofrecer, en un ambiente muy agradable, una carta variada y exquisita.
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