Benito Viñes
23 de diciembre de 2016
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En un país como Cuba, con el cual la Naturaleza ha sido tan generosa pues no tiene volcanes, los sismos son de moderada intensidad y las inundaciones por causa de lluvias interminables prácticamente no existen, son los ciclones o huracanes los fenómenos naturales que mayor daño ocasionan y más impacto dejan en la memoria de las gentes. Los ciclones en Cuba están también asociados a inundaciones y penetraciones del mar, por lo que la predicción de su recorrido y la información a la población devienen de capital importancia.
En una época en que no existía ni la radio ni la televisión, y en que cuando la prensa de la mañana anunciaba la proximidad de un ciclón cundía el pánico, llegó a Cuba un sacerdote jesuita español nombrado Benito J. Viñes Martorell, cuya dedicación al estudio de estos fenómenos se recuerda con agradecimiento.
Viñes nació en 1837 en la provincia española de Tarragona y cuando llegó a Cuba en 1870 aún no había cumplido los 33 años. En España y en Francia hizo estudios de Meteorología, era muy entendido en Matemáticas y las preocupaciones científicas destacaron desde temprano en su carácter.
Algunos meses después de su arribo, en octubre de 1870, azotó a la Isla, y en espacial a la provincia de Matanzas, un huracán que dejó centenares de muertos y espoleó el espíritu indagador del padre Viñes. Pondría todo su empeño en que tales tragedias humanas no sucedieran en adelante.
Fue asignado al Colegio de Belén, en La Habana, de cuyo observatorio hizo su casa de estudios. El clérigo buscaba la información meteorológica por cuanto medio hallaba a su alcance, fuera ya por la vía telegráfica, por los capitanes de los barcos que atracaban o mediante la observación y comparación de los datos acopiados. De tal manera elaboró curvas con la probable circulación y recorrido de los fenómenos e hizo de la predicción una disciplina con basamento científico. El padre Viñes alcanzó reconocimientos y premios en congresos celebrados en Filadelfia, Bruselas, París, Barcelona. Se le consideró una autoridad en la predicción y estudio de los huracanes tropicales. Sin dudas es el padre de la Meteorología en Cuba, pues a ella dedicó los 23 años que vivió en el país, hasta su fallecimiento, ocurrido el 23 de julio de 1893, a los 56 años.
Fundador de una tradición meteorológica que sobrepasa el siglo de existencia, Benito Viñes Martorell es uno de esos hombres cuya memoria y nombre los cubanos tienen razones para recordar.
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