Bellas Artes: 2013, año de jubileo
16 de septiembre de 2013
| |El presente año es de jubileo para el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), una institución que nació aquí, en La Habana, en 1913 y que cumple este año su primer centenario, efemérides que festeja con diversas acciones y, sobre todo, con el deseo mayor de continuar consolidándose como lo que es: la Meca del arte cubano.
Máximo Gómez, curador jefe del Museo, es un especialista que pone pasión en todo lo que hace y quien está vinculado con la institución desde el ya lejano 1970, año en que comenzó a trabajar allí como guía. De entonces a la fecha Máximo ha hecho —puertas adentro— de todo y su autoridad es más que ponderada. Para él, el trabajo del curador es tan visceral como anónimo; sobre éste y otros temas conversamos para estas páginas electrónicas.
“Hay una tendencia a pensar que el curador se circunscribe al arte contemporáneo y no es así. El papel curador de colecciones patrimoniales, es decir, de museos en cualquier sociedad es bastante anónimo. Un curador es un científico de la museología, que es una ciencia social igual que la pedagogía o las ciencias históricas. El museo no solo colecciona obras de arte o documentos históricos según el perfil sino colecciona ideas ¿qué es un retrato francés del siglo XIX?, ¿qué es una carta o un manuscrito de la guerra de independencia?: por encima de todo es una idea y una memoria. El curador lo que hace es tomar esas ideas, unirlas en un proyecto para decirle al público algo y brindarle una información. Por eso la pregunta que tiene que hacerse el curador es qué voy a decir, qué quiero que conozca el público. Lo peor que me pueden decir como curador es “¡qué linda te quedó la exposición!”. Aunque el valor estético no se puede obviar, no se hacen las exposiciones para que queden hermosas sino para decir, para transmitir, para educar, para dar una información. No hay nada más ideológico que un museo, no hay nada más para ideológico que lo que hace un curador cuando realiza un proyecto expositivo. La labor social del curador es ilimitada.
Es grande la responsabilidad de un curador porque en dependencia de lo que elija, legitima una obra o no…
El museo legitima cuando escoge una determinada obra de un artista porque queda atrapada para toda la vida y relacionada en un catálogo. Es un acto, casi, sagrado.
Usted ha dicho que el MNBA es la “colección madre” porque ha derivado obra para otros museos…
Desde 1960 ha enriquecido el tesauro de otros museos; comenzó desde los 50’, pero en los 60’ se perfila como un museo especializado en artes plásticas y que hoy cuenta con colecciones maravillosas. De arte no cubano tenemos, por ejemplo, representación de las siete escuelas tradicionales europeas, una importante colección de arte latinoamericano virreinal (sobre todo, de los siglos XVII y XVIII); también una enorme colección de arte asiático que, lamentablemente, por cuestiones de espacio no se exhibe de manera permanente sino transitoria y del siglo XX internacional y Egipto, Grecia y Roma (Colección del Conde Lagunillas). De arte cubano poseemos la colección más rica y completa que existe en el país.
Como ente vivo, ¿cómo se nutre el Museo con nuevas colecciones de los artistas emergentes?
Existe una comisión que se reúne para analizar las propuestas de donación o compra. Los curadores del museo realizan una meritoria labor visitando exposiciones y haciendo una selección; esas propuestas se analizan y es cuando se toma la decisión si se comienza a coleccionar a un determinado artista o no. Ese acto es de una gran responsabilidad para los curadores de arte contemporáneo del MNBA porque son los que le echan el ojo a la obra de los artistas jóvenes. El curador se convierte en un visor. También hay que tener en cuenta que nuestros almacenes son finitos en relación con el espacio físico y hay que tener una intencionalidad selectiva. Lo que se escoja tiene que ser la selección de selecciones. Por otro lado, Museo que no colecciona, se estanca y lo que se compra, además de ser indiscutiblemente un producto cultural, es también una mercancía.
¿Con qué propuestas el Edificio de Arte Cubano celebra el centenario del Museo?
Comenzamos el año con una exposición de carteles titulada “Gritos en la pared” que intentó recoger el boom que tuvo en los años 60’ el cartel como manifestación artística, que fue muy apreciado internacionalmente. No hay nada más discutido en el Museo que el proyecto de exposiciones y por lo general son unas ocho exposiciones anuales (en arte cubano e igual cantidad en arte universal), más las que hacemos para el exterior. Esto último es, igualmente, una gran responsabilidad porque presentamos, por ejemplo, pintura española en España y es como ir a bailar a casa del trompo; también somos muy cuidadosos con las exposiciones de arte cubano que llevamos al exterior. Nos hemos convertido en una máquina de curar.
Por estos días estamos exhibiendo el proyecto “Almacenes afuera”, idea brillante y cuya curadora es Corina Matamoros. El MNBA atesora en sus almacenes cuarenta y siete mil obras y muchas de ellas no se exponen por diversas razones y decidimos hacer un paneo y realizar una selección de piezas, muy buenas todas, que no se exhiben. “Almacenes afuera” tiene una atmosfera, una museografía, muy interesante; siempre insisto en el cómo: el qué era exponer obra que está en las almacenes y que no se había sacado y el cómo era realizar una museografía como si fuera un almacén —con parrillas, gaveteros y ficheros.
También como parte de la festividad por los cien años de MNBA, vamos a celebrar el centenario de Carreño, que en este momento estamos preparando. Igualmente tendremos, como es ya habitual, la exposición correspondiente al Premio Nacional de Artes Plásticas.
Los museos tienen una labor social ¿cuál es la del MNBA?
La razón de los museos actuales —no solamente en Cuba sino en el resto del mundo— es la labor social. Cuando hablo de este tema me gusta ejemplificarlo así: cuando vas al teatro tienes que permanecer en silencio y no puedes comentar lo que estás viendo porque molestas al que está a tu lado y lo mismo sucede cuando se va al cine o a una función de ballet. Sin embargo, en el Museo, cuando estas disfrutando de una exposición, la gente comenta y habla y se cuestiona ¡y nadie te manda a callar!. El Museo está hecho para la reflexión y para el diálogo y deviene punto para la reunión y el comentario. La labor social de los museos es infinita. Cuando entré a trabajar en el MNBA en el 1970, solamente hacía diez que había triunfado la Revolución y aún era un museo de élite y a lo largo de todos estos años he trabajado para convertirlo en un museo para el pueblo, aunque no hay que temerle a la palabra élite: aún hoy hay un público de intelectuales, historiadores, investigadores que es de élite. No tiene que ser exclusivo ni excluyente, pero sí culto.
Mi homenaje personal a Maria Elena Jubría y Oscar Morriña quienes fueron los primeros que se preocuparon por crear un nuevo público; ahora es más fácil. Una acción hermosísima que ha hecho Bellas Artes es impartir cursos de creación infantil para niños que padecen del síndrome de Down y para discapacitados de la tercera edad. La labor educativa que desarrolla el Museo es muy fuerte y, a la vez, hermosa.
En lo personal ¿cuál es su concepto de museo?
El museo es una escuela, es un centro interdisciplinario en el que, además de aprender, se va a disfrutar. El museo ayuda a mejorar el comportamiento humano porque al ponerte en contacto con parte de lo mejor del arte cubano y universal, la espiritualidad crece.
Hace unos tres años participé en un evento sobre Museos Americanos en la ciudad norteamericana de Los Ángeles y allí conocí la existencia del Museo de la Tolerancia y es fabuloso el qué expone en el; es un museo para negros, drogadictos, homosexuales, para personas maginadas por su religión ¡fíjate qué clase de trabajo social!. Como en Estados Unidos existen tantos problemas sociales, los museos se están volcando en esos aspectos. En ese museo, por ejemplo, se tienen seis meses para cada tema y se va confeccionando todo un tejido social alrededor del asunto tratado. Estoy convencido que el arte ayuda a mejor el comportamiento humano y la labor social del museo es infinita.
En Cuba nos falta: no tememos Museo de Arte Contemporáneo ¿considera que sería oportuno y necesario contar con uno?
Cuando hicimos el proyecto del MNBA —que inauguramos en el 2000—, la idea inicial era que fueran tres instituciones: el de Arte Universal (donde se agruparía todo lo no cubano), el de Arte Cubano (que atesoraría obra hasta la década del 50 y nada más; es decir que tendría una sala de transición que evocara y anunciara lo que venía posteriormente) y en otro local —que tendría que ser de enormes dimensiones— para el Arte Contemporáneo. Bellas Artes fue una inversión millonaria y colosal que asumió el estado cubano, pero por cuestiones económicas ese proyecto no pudo hacerse realidad, entonces, Bellas Artes se ocupa, también, del arte contemporáneo.
Por eso me gusta reafirmar que Bellas Artes sigue siendo la colección madre e insisto en que hay que trabajar con un equipo multidisciplinario porque la museología es una ciencia social muy nueva que aún está en desarrollo. La curaduría forma parte de lo disciplinario de una ciencia porque tiene objeto de estudio y ese objeto de estudio, es el patrimonio; tiene que poseer, igualmente, un objeto de investigación y ofrecer nuevos conceptos porque si no, no es ciencia.
La museología tiene que tener un resultado cualitativo evidente y para que sea ciencia tiene que ser interdisciplinaria con otras ciencias —una ciencia por sí sola, encerrada, no es ciencia. Por ejemplo, la museología se vale de la química porque si vas a fumigar una pieza que tiene hongos, debes tener previstas y conocer las reacciones y saber qué fungicidas vas a aplicar; tienes que saber de ciencias pedagógicas, de ciencias históricas y de ciencias sociales. Por eso insisto en que tenemos que ir a una curaduría interdisciplinaria, globalizada. Curar es un acto de saber —porque tienes que saber e investigar muchísimo— y un acto de crear.
Es muy necesario que se piense en el Museo de Arte Cubano Contemporáneo porque si en una cosa somos ricos, quizás, es en la cultura y ahí no pertenecemos al llamado tercer mundo. En nuestro país se producen artistas de una manera asombrosa y me pregunto ¿esos muchachos jóvenes van a estar condenados para siempre a ser artistas de galerías? No. Con la tenencia de un Museo de Arte Contemporáneo se resuelve el problema y los mejores podrían exponer y darse a conocer en un espacio que sería ideal para esos efectos.
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