Antón Larrauri

3 de julio de 2015

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Hamilé Rozada Bestard

Continúo hoy por el camino de los compositores españoles, al dedicar mi comentario a Antón Larrauri.
Nacido en Bilbao (Vizcaya) en 1932, evidenció su vocación musical y filosófica desde la infancia. A los cinco años, se integró al coro de tiples de la escolanía “El Carmelo de Begoña”, en su ciudad natal, pero recibió las primeras lecciones de piano de Laureano, su hermano mayor. A los dieciocho, amplía su espectro musical, al estudiar Armonía, Contrapunto y Fuga, con compositores vascos, a la vez que se adentra en el mundo armónico de Hindemith y en el de la orquestación de Rimski- Korsakov. A partir de entonces, decide trazar su propio camino a seguir.
De manera autodidacta, investiga acerca de nuevas formas musicales, y con la ayuda de su hermano José Luís (ingeniero y especialista en electrónica) comienza a experimentar nuevas sonoridades. Al mismo tiempo, realiza estudios de Filosofía y Letras, llegando a ejercer como profesor de lenguas clásicas en varios colegios de Bilbao.
La carrera como compositor de Larrauri comenzó mucho antes, pero la primera partitura que le dio a conocer fue Egloga, para órgano, en 1956. Y no puedo dejar de mencionar su labor como crítico musical en “El Correo Español” de Bilbao, que inició a los veintiocho años, y mantuvo durante más de una década.
El catálogo de obras de Antón Larrauri es amplio e incluye: partituras para orquesta sola y con instrumentos solistas; para voz sola y con acompañamiento; para coro; música de cámara y electroacústica…También posee una amplia discografía.
Son múltiples los reconocimientos otorgados a este músico español, entre los cuales se destacan el galardón recibido en el Conjunto de Composición Arpa de Oro de la CECA, por su obra Aixa, para piano y Conjunto instrumental; el Premio Gaviota de Oro, patrocinado por la Gran Enciclopedia Vasca y tantos otros.
Además de lo mencionado, Larrauri ha sido jurado en eventos tan importantes como el Certamen Lírico del País Vasco; el Príncipe de Asturias, y de los VII Premios Mozart para niños prodigio, en Bilbao.
Un hecho importante a destacar en la trayectoria profesional de este gran compositor es la felicitación personal que recibiera de la Familia Real, en 1984, cuando el estreno, en Oviedo, de Foguera, para coro mixto y orquesta.