Antiguo Palacio del Segundo Cabo
15 de abril de 2016
|Hoy: Centro cultural
Calle O’Reilly No. 4. Plaza de Armas
En la Plaza de Armas, destaca por su robusta solidez el antiguo Palacio del Segundo Cabo. Sobrio edifico dieciochesco que ha sido recientemente restaurado para acoger en su sede al Centro de Interpretación de Intercambios Culturales entre Cuba y Europa, atractivo espacio que permanecerá en franca interrelación con el público visitante, por estar proyectado acorde con las nuevas tendencias museísticas en las áreas de cultura y patrimonio, para demostrar los lazos interculturales que han creado la identidad de nuestra nación.
Junto al nutrido grupo interdisciplinario de la Oficina del Historiador, la cooperación internacional ha jugado un importante roll en el proceso de rehabilitación a partir de 2009, cuando se trazó el proyecto entre la delegación de la Unión Europea y la Oficina Regional de Cultura de la UNESCO. El proyecto de rescate del edificio centró su objetivo en recuperar la espacialidad de los salones para el nuevo uso sin alterar la imagen arquitectónica, eliminando añadidos, restituyendo su apariencia colonial.
La decisión de levantar este palacio partió de la corona española, de ahí que el gobernador de la isla recibió orden del Rey en 1770 para llevar a efecto su fábrica. El palacio se construyó entre 1770-1790 según los planos del ingeniero cubano Antonio Fernández Trebejos y Zaldivar, quien a su vez dirigió la obra por orden del Marqués de La Torre, don Felipe de Fondesviela. Una vez concluido, se instalaron en el edificio el intendente, sus oficinas y la administración de correos. En 1820 también fue sede de la Contaduría y Tesorería General del Ejército. A mediados del siglo XIX fue residencia del General Segundo Cabo, quien fungía como vice-Capitán General, trasladándose las oficinas de la Administración de Correos a uno de los edificios de la plaza de la Catedral.
Con el advenimiento del período republicano el Senado ocupó el edificio, desde 1902 hasta 1929. En 1910 se realizaron en su interior obras de readaptación por el arquitecto Eugenio Rayneri y en 1926 fue restaurado por los arquitectos Govantes y Cabarrocas, quienes sacaron a la luz importantes detalles ornamentales cubiertos en remodelaciones anteriores, dejando la piedra al descubierto. Posteriormente fue ocupado por diferentes instituciones: el Tribunal Supremo de Justicia; las Academias de la Historia, de la Lengua y de las Artes y Letras; luego por el Consejo Nacional de Cultura. En la década del ’60 volvió a restaurarse por la Comisión Nacional de Monumentos. Finalmente albergó en su recinto a la Editorial Letras Cubanas, contando con una amplia librería que llevó a manos del lector los más variados títulos. Sus salones sirvieron de marco para el lanzamiento de nuevos volúmenes, exposiciones de artes plásticas y otras actividades relacionadas con la cultura.
Entrado el siglo XXI el edificio fue vaciado y comenzaron los estudios para llevar a cabo el nuevo proyecto rehabilitador que comienza a dar frutos, con la apertura de las primeras salas de exposiciones.
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