Antiguo Edificio Gómez Vila
4 de septiembre de 2015
|En un solar esquinero de las calles Teniente Rey y Mercaderes, en la Plaza Vieja, la señora María Luisa Gómez Mena de Cajigas, mandó a construir este edificio de cinco pisos con el objetivo de alquilarlo a oficinas, en principio, al Gobierno de la República para la Dirección Nacional de Comunicaciones, por tres años y con una renta de $ 1 400 pesos mensuales. Y luego, hacia 1919, el inmueble fue rentado por el Banco Internacional de Cuba, el que ocupó la planta baja y los dos primeros pisos; los restantes fueron alquilados por otras empresas y entidades comerciales entre las que resaltaba la Exposición de productos canadienses instalada por el señor Comisionado del Gobierno del Canadá, en los departamentos 501 y 502 del quinto piso.
Concluido en 1909, el edificio de la esposa del industrial Agapito Cajigas y descendiente de la poderosa familia Gómez Mena, es expresión del lenguaje ecléctico presente en la arquitectura cubana de la primera década del siglo XX. La solución de la esquina la resolvió cortando esta en línea recta y situando en ella la entrada principal, mientras la fachada a la Plaza Vieja no es más que una galería porticada que da continuidad al ritmo de portales que circunda este importante espacio público de La Habana colonial. Destaca una torre mirador que a modo de remate termina la azotea en la intersección de las dos calles donde se encuentra.
No pocas veces esta edificación ha sido calificada de “fea” y “contrastante con el conjunto histórico” donde se levantó, sin embargo, su impacto hay que verlo más allá del aspecto estilístico, pues este fue solo la envoltura de todo un capital bien empacado para multiplicar las rentas de sus propietarios. Basta con pensar en la vivienda que se demolió para ello, entonces de “altos y bajos, mampostería, azotea y tejas”, según se describe en 1883 en el Registro de la Propiedad, cuando era su dueño Don Jacinto Vila, quien por aquellos años arrendaba la casa a la Sociedad Comercial de Casaus y Cía.
Pero más temprano aún, hacia 1710, esta moderna construcción fue una “casa baja de rafas, tapias y terrado”, propiedad de Don Gaspar Mateo Martínez de Acosta, Caballero de Santiago. En 1763 pertenecía a Don Agustín de Arrate y en 1819 al Regidor Don Nicolás Arrate, quien en aquel momento protestó por las modificaciones que llevaba a cabo el inquilino que habitaba su casa.
De este modo, el llamado edificio Gómez Vila representa, junto al sistema de bancos y edificios públicos que proliferaron a la sazón, el acelerado movimiento constructivo que experimentó la capital en los primeros años del siglo pasado. Así lo reflejó un cronista de ese período: “La Habana sufre una rápida transformación en su aspecto general. Las viejas casuchas de uno o dos pisos, con sus balcones de madera y sus empinados techos de tejas, han desaparecido casi por completo. Algunos ejemplares de tan antiguos edificios se ven aquí y allá en ciertas esquinas de mísero aspecto, donde son albergue de las características bodegas de víveres; pero la mayoría de las viviendas, contemporáneas de la derruida muralla, se han trocado en edificios modernos de cuatro, cinco o más pisos que casi rozan las nubes con sus elevadas azoteas y ensombrecen las estrechas calles con sus extendidas cornisas”.
El Banco Internacional, poseía en esa época, 12 sucursales en la capital y 67 en el resto de las provincias, iniciando sus actividades con un capital de diez millones de pesos y elevadas cifras de depósitos y cuentas corrientes.
Restaurado por la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana en el 2002, el antiguo edificio Gómez Vila es actualmente sede de oficinas y de la Cámara Oscura, un asombroso mirador colocado en lo alto de la torre que permite, mediante un lente cóncavo de 1.80 m de diámetro, apreciar las imágenes de la ciudad en tiempo real. Fue Donada por la Diputación Provincial de Cádiz y fabricada por la empresa inglesa Sinden Optical Co. Ltd.
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