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Antigua fábrica de tabacos La Corona

18 de noviembre de 2016

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Década de 1920

Década de 1920

 

En 1902, don Leopoldo Carvajal y Zaldúa, Marqués de Pinar del Río, comerciante y banquero,vendió un paño de terreno del que era dueño y donde antes estuvo emplazado el histórico Teatro Villanueva, “con parte de él actualmente edificado y parte sin edificar”, como se registraba a la sazón, a la Compañía H. de Cabañas y Carvajal, por el precio de 53 145 pesos oro americano. Los señores L. Stuart Houston y Herman LerroyCorey, en su carácter de apoderado y agente respectivamente de dicha sociedad, declararon que previa demolición de las edificaciones que existían en la finca de este número y mediante licencia que el Municipio le concedió con fecha 31 de enero de 1902, sobre este terreno la sociedad que representan fabricó a sus expensas un nuevo edificio, al que el Municipio de La Habana declaró habitable y otorgó un valor de 562 576 pesos moneda oficial.

Era descrito entonces como una edificación de paredes de concreto, piso de cemento sobre base de concreto con escaleras del mismo material, ventanas de luz y ventilación de acero y cristales, puerta de comunicación con la planta baja a prueba de fuego, y columnas de soporte de acero sobre base de cemento.

La planta baja estaba compuesta de portales por las calles Colón, Zulueta y Refugio, y un patio central con piso de cemento sobre base de concreto y cubierto por un lucernario formado por armadura de acero y cristales. El resto de la superficie estaba integrada por salones destinados a la industria. Las paredes eran de bloques de cemento fundido, pisos de losas monolíticas, cementos y mosaicos.

Las paredes del primero, segundo y tercero pisos estaban formadas también por bloques de cemento fundido, los pisos de mosaico y cemento colocados sobre placas de losas monolíticas sostenidas sobre vigas de acero, soportadas por columnas del mismo material. En cada nivel había servicio sanitario completo.

A su vez, el piso de la azotea estaba compuesto por losas de cemento armado sostenidas sobre vigas de acero, paredes de cemento fundido y balaustradas de concreto. Sobre ella se edificó un salón de dos pisos, de la misma construcción que los anteriores.

 

El edifico en 1925

El edificio en 1925

 

El inmueble poseía tres escaleras de acero y concreto y dos elevadores de carga que comunicaban todos los departamentos.

En 1890 ingleses y norteamericanos se introdujeron en los negocios del tabaco en Cuba mediante compañías que controlaron vegas y fábricas de tabaco y cigarrillos. Como consecuencia de la Ley McKinley de 1890-1891 habían aumentado los aranceles a la importación de torcidos desde Cuba, lo cual, sumado a los efectos de la guerra independentista de 1895 y a las malas cosechas, arruinó prácticamente la industria tabacalera. Numerosos propietarios vendieron sus marcas y muchos vegueros y fabricantes dejaron de producir y abandonaron las tierras. En el período 1896-1902 estos trusts extranjeros compraron famosas marcas cubanas, hasta un total de 20 de tabaco y más de 200 de cigarrillos y esas adquisiciones incluían todas sus pertenencias y la totalidad de sus fincas urbanas y rústicas, o sea, las fábricas y vegas.

En vez de elaborar las marcas compradas en sus propias fábricas, los trusts las reconcentraban en nuevos locales. Así lo hizo la American Tobacco Company, una de las más poderosas empresas existentes en Norteamérica y propietaria de numerosas fábricas de tabacos, cigarrillos, picadura y rapé, ligada además, a otra empresa fuerte en el ramo, la Havana Commercial Company. Fue realmente esta compañía quien compró a Leopoldo Carvajal y a sus numerosos socios la famosa marca de tabacos Hija de Cabañas y Carvajal, con 8 marcas anexas y 3 más de cigarrillos, constituyéndose así otra empresa al parecer subsidiaria del gran trust americano mencionado y a la que pusieron por nombre H. de Cabañas y Carvajal Cigar Company.

Muchas de las marcas del trust se concentraron en este nuevo edificio de la calle Zulueta, que era conocido entre los tabaqueros como “La Casa de Hierro”, por ser el primero de este tipo erigido en La Habana, hasta que empezó a denominarse, irónicamente, “El Panteón”, por ser entonces el lugar donde iban siendo “enterradas” muchas de las fábricas que antes habían sido orgullo de la industria tabacalera cubana.En este edificio la American Tobacco Company ubicó, además, sus oficinas principales.

Al respecto, en su obra La urbanización de Las Murallas: dependencia y modernidad, Carlos Venegas destacó: “El edificio de la American Tobacco Company constituyó la primera manifestación monumental de los monopolios extranjeros en el centro habanero. Era un vivo reflejo del nuevo estado de dependencia económica. En 1902, después de una rápida operación económica facilitada por las concesiones del período interventor, el trust del tabaco en Norteamérica se apropió del 90 % de la exportación de cigarros habanos: casi la mitad de la elaboración total en Cuba. El nuevo edificio tenía ya poco que ver con las fábricas palaciegas del período colonial. Fue construido de acuerdo con el sistema americano de armazones de hierro y acero vestidos de cemento; los cielos rasos de sus cuatro pisos eran enterizos de cemento, y por lo mismo lavables con mangueras. Su portal de columnas dóricas se atenía aún al uso peatonal acostumbrado, pero los pisos superiores tenían una solución continua, sin separaciones visibles, poco experimentada en La Habana hasta el uso del hormigón armado. Los contratistas Milliken Bros, de Nueva York, fueron los ejecutores del contrato, a un costo de un millón de dólares”.

 

Década de 1930

Década de 1930

 

Cuando este trust tabacalero se retira de Cuba, quedó en su lugar la Tabacalera Cubana S.A., constituida en 1932 e integrada por las marcas de tabacos A. de Villar y Villar, La Carolina, Liborio, La Flor de Henry Clay, H. de Cabañas y Carvajal, La Flor de J.S. Murias y La Corona, y las de cigarros La Hidalguía, Susini, Bock y Cía., y Aguilitas. Con excepción de La Corona, la producción de tabacos de las demás siempre fue exigua y probablemente por eso el edificio comenzó a llamarse por esa marca: fábrica de tabacos La Corona. Inclusive, por un informe realizado a la Sección de Impuesto Territorial en 1944, se conoce que la mayor parte del inmueble se destinaba a manufactura, talleres, depósito, exhibición y oficinas de La Corona.

En 1939 Tabacalera Cubana S.A. solicitó licencia a la Alcaldía Municipal para realizar obras de decoración en el local de exposición del edificio, un espacio construido de estructura de acero y ladrillos, que tenía cielo raso falso con tela metálica y mezcla de cal y cemento y grandes ventanales de acero con cristales que le daban luz y ventilación naturales. Bajo la dirección del arquitecto Emilio de Soto se proyectó enlucir el techo nuevamente y revestir las columnas con placas de yeso y capiteles donde se instalarían proyectores de luz. En los paños de pared entre los ventanales debían colocarse las exposiciones, y en la pared contigua a la escalera, se ubicaría un gran mapa de Cuba iluminado indirectamente.

Como propietaria de la edificación aún figuraba la sociedad H. de Cabañas y Carvajal, que en 1952 la aportó, por medio de su representante Leopoldo Iradi y San Martín, a la sociedad denominada Cuband Land and Leaf Tobacco Company, en español, Compañía Cubana Agrícola de Tabaco en Rama, constituida por término indefinido de acuerdo con las leyes de Nueva Jersey, Estados Unidos y con domicilio en la propia Zulueta No. 106, antes 10.

En 1956 aparece formalizado en el Registro de la Propiedad un contrato de arrendamiento entre la Cuband Land and Leaf Tobacco Company y Tabacalera Cubana S.A., que desde hacía varias décadas ya ocupaba este inmueble de la calle Zulueta. De acuerdo al contrato, esa entidad ocupaba las siguientes partes: “Tres cuartas partes del sótano con una cabida de 1 890 dm² que lindan por el frente con la calle Agramonte, por la derecha con la calle Colón, por la izquierda con resto del propio sótano, y por el fondo con la calle Morro, una cuarta parte del primer piso bajo con una cabida de 517 m 61 dm² que linda por el frente con parte de la calle Colón, por la izquierda con parte de la calle Agramonte y por la derecha y fondo con resto del propio primer piso, tres cuartas partes del segundo, pero, con una cabida de 1 921 m 80 dm² , que linda con el frente con la calle Morro, por la izquierda con la calle Colón, por el fondo con parte de la calle Agramonte y por la derecha con restos del propio segundo piso, y el tercer piso completo”.

 

Imagen actual

 

El contrato de esta empresa sería hasta el 31 de diciembre de 1961, por 2 100 pesos moneda nacional mensuales, corriendo a cargo de la arrendataria las adaptaciones para la industria en ella establecida, así como las reparaciones. El efecto de este arrendamiento sólo fue válido hasta poco después, ya que con el triunfo revolucionario de 1959 estas empresas fueron nacionalizadas y, según las actas de Amillaramiento, la finca pasó a ser propiedad del Estado Cubano desde el 14 de noviembre de 1960.

En el 2008 la fábrica cerró con motivo de una nueva rehabilitación y refuncionalización del edificio.

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Comentarios



cuadro de tabacos la corona / 4 de diciembre de 2018

Buenas, me gustaria manderles unas fotos que tengo de un cuadro de propaganda de tabacos LA CORONA favor mandar el CORREO ELECTRONICO SALUDOS ENRIQUE