Antigua casa de Gabriel Beltrán de Santa Cruz

9 de diciembre de 2016

|

Zenaida Iglesias Sánchez

Hoy: Hotel “Beltrán de Santa Cruz”.
Calle San Ignacio No. 411 entre Muralla y Sol.

 

 

A pocos metros de la plaza Vieja del centro histórico habanero, una elegante mansión colonial abrió sus puertas hace algunos años, convertida en acogedora hospedería. La amalgama de elementos modernos y antiguos es un motivo que exalta la originalidad del atractivo diseño, ejecutado en el proyecto que recayó en manos de especialistas de la Oficina del Historiador de la ciudad.

 

 

Se conoce que la vivienda fue construida por los progenitores de don Gabriel Beltrán de Santa Cruz, quien fuera el Primer Conde de San Juan de Jaruco, ilustre personaje de la sociedad colonial. Posteriormente perteneció a descendientes del Marqués de Cárdenas de Monte Hermoso. El misticismo de las reuniones y fiestas que se dieron en su espacio merodean la casona. En su recinto se brindó agasajo a las más distinguidas personalidades que visitaron la ciudad, entre ellas al Barón Alejandro de Humboldt -el eminente científico alemán- y a tres príncipes franceses: el Conde de Beaujolais y los Duques de Montpensier y de Orleáns- este último se convirtió posteriormente en el Rey Luis Felipe I de Francia.

 

 

En 1879 los herederos de don Sebastián de Peñalver y Sánchez y doña Concepción Peñalver y Cárdenas –conocido como marqués de Casa Peñalver– se adjudicaron parte de esta casa que había pertenecido a sus padres ya fallecidos.

 

 

A finales del siglo XIX se describía el inmueble, como una casa de altos y bajos, con cubierta de tejas, patio central y galerías; tipología propia de las construcciones destinadas a vivienda. Hacia 1892, la porción de esta vivienda perteneciente a la familia Peñalver fue vendida a don Sebastián Fernández de Velazco, quedando en manos de su hijo después de su muerte. A mediados del siglo XX continuaba en poder de la sucesión de esta familia, aunque no la habitaron, si no que la rentaban, utilizándose como vivienda multifamiliar, con algunas accesorias destinadas a comercio, lo que provocó su consecuente deterioro. Afortunadamente, un inmueble más que rescató la Oficina del Historiador de la ruina.