Amar sin infelicidad
26 de agosto de 2016
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De Juanito e Isis escribí la semana anterior, mostrándoles los errores que cometieron por amar sin razonamiento, desesperadamente, y aquí me permito hacer un alto, porque aunque yo no soy muy musical, estoy segura que hay millones de canciones de amor que se refieren a este amor descontrolado como el de nuestros protagonistas; o sea, amar sin cordura, sin límites, con desesperación y si bien es cierto que cualquiera de nosotros se emociona escuchando un bolero que habla de eso – de querer hasta la muerte, de no pensar, de entregarse hasta quedar vacío –, como canción vale, pero en la vida real, casi siempre provoca lo mismo que les sucedió al ya conocido Juanito y a Isis, que sus amores fueron despreciados porque agobiaban, y principalmente porque los ponían en posición de desventaja ya que sus parejas sabían que ellos se ponían en posición de alfombra, pero no para volar por los aires sino para limpiarse los pies, ya que estaban tan enfocados en lo que sentían que no se detenían a pensar en los efectos que provocaban en los que amaban desesperadamente, y repetían una y otra vez los mismos errores e, incluso, los aumentaban con llantos, súplicas y exigencias.
Hasta aquí está la demostración de grandes errores que no permiten una adecuada facilitación emocional en su primera etapa referida al auto reconocimiento de las emociones propias, las conductas que tenían y la repercusión de esto en los otros. ¿Qué viene después? Lo que les prometí, que es escribir sobre las siguientes etapas o niveles de esta facilitación emocional, o sea, lo que hay que hacer para beneficiar el desarrollo y educación de emociones inteligentes y no es más que saber analizar las emociones, pudiendo expresarlas verbalmente. Si Isis hubiera sido capaz de evaluar que esas emociones no provocaban una respuesta de la misma intensidad y si mirándose en un espejo o hablando con una amiga hubiera dicho “lo amo tanto, tan descontroladamente que mi vida gira en torno de él y veo que él se está cansando”, entonces habría logrado este nivel de aprendizaje, y lo mismo vale para Juanito, o yo diría que más, porque para nuestra cultura, que un hombre tolere infidelidades está prácticamente fuera de cuestionamiento, así que él aún en menor medida fue capaz de realizar este ejercicio de análisis racional de las emociones, verbalizándolo.
Pero voy a profundizar en este aspecto, y les digo que para beneficiar un buen análisis debemos ser hábiles en cuanto la interacción de las emociones, por lo que si Isis llama al marido al trabajo tres veces al día, lo cual le provoca a ella placer y él le contesta molesto, ahí está a la vista una primera conclusión de la interacción emocional: placer-disgusto, lo cual es una señal muy clara de un mal funcionamiento. A esto debe seguir la interpretación de lo que significa esta dualidad positiva-negativa y debía ser una alerta para tratar de actuar emocionalmente para lograr un intercambio positivo-positivo y no cometer el error de pensar que “ya él no me quiere, seguro que estaba con una mujer”, que lo que provoca es un agravamiento de los problemas entre ellos y lo que debía haber hecho es preguntarle, verbalizar lo que ocurrió para conocer las causas y no hacer suposiciones a priori. Si se actúa correctamente es posible lograr una transición emocional favorable, y tal vez si ella lo llama una vez al día la respuesta es emocionalmente positiva y él se siente feliz de oír su voz y no agobiado por la persecución.
Por último, se habla de la regulación reflexiva de las emociones, que es el nivel más elevado y complejo de la educación emocional y significa que el conocimiento adquirido sobre uno mismo, nuestras conductas, lo que provocamos en los otros, la posibilidad de expresarlo verbalmente, el reconocimiento de emociones ajenas y todo esto bajo el prisma de un pensamiento reflexivo, nos permite elaborar estrategias que nos lleven a controlar los comportamientos relacionados con las diferentes emociones y saber seleccionar la adecuada para cada situación, y saber aprovechar al máximo las ventajas que nos dan las emociones positivas. En sentido general, en esto de aprender a facilitar nuestras emociones hay un sistema de alarma que todos tenemos y que debemos aprender a reconocer y es el hecho de identificar cuándo una situación nos es placentera o displacentera. Les ejemplifico con el caso de Isis y es que el amor que ella sentía por su esposo – que es una emoción positiva – le provocaba displacer porque siempre andaba celosa y alerta ante un posible adulterio. Ahí ella debió reconocer que andaba por un camino lleno de espinas que no tendría buen fin, lo que efectivamente ocurrió porque él finalmente la dejó. Y de Juanito, ¡qué les cuento!, le sucedieron tantas cosas con su mujer que ni un libro sería suficiente, pero tampoco fue capaz de darse cuenta que al amor hay que disfrutarlo y no aguantarlo y ella también lo dejó, aburrida de tantas discusiones y de tener que andar escondiéndose para dar gusto a su excesiva libido.
Les dejo de tarea hoy que analicen si en sus vidas lo que debe ser positivo les provoca placer o displacer y ya tienen aquí material para la auto educación.
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