Amar lo que se hace
1 de julio de 2016
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León Tolstoi, el grandioso escritor ruso tiene una frase que a mí me encanta: “el secreto de la felicidad no está en hacer siempre lo que se quiere, sino en querer siempre lo que se hace”. En términos psicológicos quiere decir que hay que estar motivados en la vida, amar lo que hacemos, tanto en el día a día como en los planes a largo plazo. Esta frase tiene mucha tela por donde cortar porque no resulta fácil ser felices, o por lo menos, sentirse relativamente bien con lo que hacemos en la vida, ya que no pocos creen que sufrir o tolerar o resignarse a hacer “lo que se debe hacer”, es parte de la responsabilidades que adoptamos en la vida. También existe la creencia opuesta, o sea, hacer solo lo que nos gusta, lo cual es una postura hedonista, y bastante difícil de llevar a cabo, porque ¿cómo se puede buscar solo el placer? Mi función no es ni juzgar, ni criticar, sino dar mi opinión al respecto con el propósito –modesto– de ayudar a las personas que leen estas líneas, a que piensen en este asunto y tal vez vean otra arista del tema.
Para nadie es un secreto que en la medida que avanzamos en la vida, tenemos que realizar tareas, asumir responsabilidades, etc. que no son las que más nos gustan –a mí, por ejemplo, ahora mismo me gustaría estar en la playa y no ante mi ordenador escribiendo– pero, y ahí viene el pollo del arroz con pollo, el asunto es que asumí la responsabilidad de escribir este artículo y tengo que cumplir con mi compromiso; entonces, ¿estoy motivada o desmotivada? ¿soy feliz o infeliz? Pues les contesto que soy feliz y estoy motivada, porque hace tiempo aprendí a encontrar la parte interesante y motivante de todo lo que hago, aún si es una tarea penosa como es cuidar a un familiar enfermo durante toda una noche en un hospital. ¿Cómo se hace? Pues le voy a dar las orientaciones que les indico a mis cursistas en mis talleres de inteligencia emocional, ya que es una realidad que es imposible que nos guste de la misma manera todo lo que hacemos, pero “hay que hacerlas”.
Por ejemplo, seguro que has tenido disgustos con tu hijo o hija porque obtiene buenas notas en biología y malas en matemáticas porque esta última no le gusta, y les has dicho de forma tajante “es que para pasar de año tienes que aprobar todas la asignaturas ¿acaso crees que todo lo que yo hago me gusta? Y ahí va la retahíla de cosas que no te gustan y “tienes” que hacer entre las que puede estar que no te gusta su trabajo, pero vas todos los días “porque tienes que mantener a la familia”. Todo lo que has dicho –con muy buenas intenciones–, lo que logra es todo lo contrario y la enseñanza que tu hijo aprende es la “la vida es un asco porque está llena de sacrificios y poca diversión”. Pero permítanme decirles que no es así porque si fuera como dice este padre (muchos padres lo hacen a diario), entonces toda la humanidad estaría severamente enferma con trastornos psiquiátricos.
Es por ello que hoy voy a compartir con ustedes aquellas situaciones que nos son desagradables, molestas, porque nos provocan estrés; así que ahí va un ejercicio para prepararte afirmativamente ante situaciones estresantes con un ejemplo cualquiera pero que puedes usar en otro contexto porque voy a ejemplificar en el ámbito del trabajo. Si próximamente tienes que enfrentarte a una situación emocionalmente delicada como puede ser presentar un informe; hacer una presentación en una reunión; conversar con tu jefe porque hay una vacante y quieres ocupar ese puesto; conversar con un colega porque no crees que haya actuado bien en una situación X, y claro que nada de estas situaciones son halagüeñas y nada motivantes, pero tienes que hacerlas. Así que debes empezar por considerar las emociones que te podrán provocar la situación a afrontar, por ejemplo, miedo, ansiedad, enojo y anota todas aquellas afirmaciones positivas que pueden ayudarte a manejar mejor la situación como por ejemplo:
He hecho un buen trabajo.
Estoy bien preparado.
Este es el resultado de mi esfuerzo.
Tengo todas mis notas a mano.
Mis ideas están bien fundamentadas.
Hablaré de modo pausado mirando a todos
Lo haré bien y lo disfrutaré.
Y claro que no debes estar predispuesto, o sea, no debes tener pensamientos negativos como “no lo voy a lograr”, y mucho menos dejarte llevar por la emocionalidad negativa, y verás que una tarea que no te gusta, la disfrutarás porque estás motivado como yo acabo de disfrutar escribirles a todos ustedes aún lejos del mar y la arena de una maravillosa playa cubana.
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