Algo más que un grito en la obra del Rey del mambo (II)
17 de agosto de 2017
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Lo que nadie imaginaba era que en estas labores musicales, marcadas por acentuados motivos sincopados, se gestaba lo que años más tarde el mundo conocería como “mambo” cuya paternidad originaría una polémica que ya sobrepasa el medio siglo.
Muchos estudiosos desconocen, o tan solo soslayan que, para estos años, el ambiente músico popular cubano arropaba códigos muy sugestivos del jazz, con experimentos harto innovadores en el uso de las trompetas, saxos y en especial el piano, tendencias estas en las que algunos involucran a los músicos Bebo Valdés y René Hernández.
Inmerso en este contexto, Pérez Prado mostraba con su creación musical una individualidad estética portentosa que marcó notables diferencias. Al respecto, no quedan dudas de que estos elementos aportaron decisivamente a la cristalización de algunas ideas musicales que según él, “hacía tiempo bullían en mi cabeza” y que no fue otra cosa que la idea del mambo como género musical.
Resulta oportuno aclarar que aunque en Cuba Pérez Prado contó con el apoyo de algunos buenos músicos que le fueron contemporáneos, muchos otros vertieron las más virulentas opiniones contra su música. A esta agresividad se sumó el asalto feroz a su “controvertido y muy raro estilo de tocar el piano” –expresión de su necesidad de hacerse sentir en el marco de la orquesta– , basado en restallantes efectos inspirados en diseños percutidos, disonancias e inexplicables clusters, que más bien parecían calco del más prematuro pianismo de vanguardia del sinfonista norteamericano Henry Cowell, o de algunas ideas avistadas en obras muy tempranas de Charles Ives o el francés Darius Milhau, y en ocasiones hasta algunos elementos timbricos de Gershwing, influencias estas que debió asimilar entre 1938-1939 en una primera y corta estancia en New York.
Además, Dámaso admitía en público su interés por la obra de Igor Stravinsky, en especial por su Ragtime para 11 instrumentos y por la polémica partitura de Rag Music.
A mi juicio las incomprensiones hacia la obra de Pérez Prado, no solo albergaban desdén por una creación de anticipo en la música popular cubana, sino también desconocimiento de la existencia de una vanguardia musical que rompía toda relación con la técnica tradicional, para crear nuevos mundos e ideas musicales. A pesar de todo, algunos rasgos del quehacer músico popular cubano de la época, animan sospechas de puntuales infiltraciones de esta vanguardia.
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