2 por la Obra de la vida
26 de diciembre de 2013
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En un homenaje reciente a Reina María Rodríguez, en el espacio El Autor y su Obra, el poeta Alex Fleites categóricamente aseguraba que la autora de Cuando una mujer no duerme era su Premio Nacional de Literatura, pues “no conozco, en nuestro ámbito, una obra literaria más honda, original, conmovedora, veraz, sincera y desgarrada, que la suya”.
Premonitorias palabras, que ahora han sido confirmadas cuando un jurado, presidido por el narrador y periodista Leonardo Padura, por unanimidad, le ha otorgado a la poeta, en la edición correspondiente al año 2013, esta alta distinción de las letras cubanas, concedida por la obra de la vida y como reconocimiento a sus aportes a la cultura de la isla.
“La poesía de la autora –como se consigna en el acta—, partiendo de su propia circunstancia, ha mostrado una tremenda vocación de búsquedas y renovaciones, con un compromiso constante con la literatura y la sociedad cubana, goza hoy de gran reconocimiento nacional e internacional, y es una de las figuras de la literatura cubana de la segunda mitad del siglo XX más estudiadas en los diversos medios académicos”.
La alta calidad estética, ética y conceptual de la producción literaria de Reina María Rodríguez puede apreciarse en sus más de veinte libros publicados, tanto en verso como en prosa, galardonados con premios tan prestigiosos como el Casa de las Américas, el Ítalo Calvino, el Nacional de la Crítica Literaria y el de la revista Plural.
Entre dieciocho escritores finalistas, propuestos para el Premio Nacional de Literatura, el jurado sustentó su elección a favor de Reina María Rodríguez, además, en el alcance de una obra lírica que ha sido capaz de aunar lo mejor de la gran tradición poética cubana y occidental contemporáneas y en mantener hoy su vitalidad y sostenido crecimiento.
La propia escritora, en el homenaje ya citado, aseguraba que “lo más lindo que me ha pasado es comprobar algo que no me creía: que estoy en otro. Eso que dejamos en otro es lo único que puede significar determinado lugar, determinada inmortalidad. En mi imaginario, siempre he pensado que estoy prendida con alfileres, me he considerado como una simple escribidora”.
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El Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanísticas, que también se otorga anualmente por la obra de la vida, lo reciben quienes, con sus libros, publicaciones periódicas o informes de investigación, hayan enriquecido el legado de este campo del conocimiento al desarrollo económico, social o cultural de la sociedad cubana.
El jurado de esta edición del 2013, presidido por César García del Pino e integrado por otros prestigiosos especialistas en distintas ramas de los estudios sociales y humanísticos, luego de valorar las veinticinco propuestas presentadas por instituciones científicas, académicas y culturales cubanas, acordó, por unanimidad, otorgar el alto reconocimiento a Aurelio Alonso Tejada.
Graduado de Sociología en la Universidad de La Habana, Aurelio Alonso Tejada se ha dedicado, por décadas, a la investigación de variados temas de las ciencias sociales, ha ejercido la docencia universitaria y ha ocupado responsabilidades en publicaciones periódicas, entre ellas la revista Casa de las Américas, en que, desde el 2006, se desempeña como subdirector.
Casi un centenar de textos de su autoría, entre ensayos y artículos, han aparecido en las páginas de revistas especializadas de dentro y fuera de la isla, para así, junto a libros como Iglesia y política en Cuba y El laberinto tras la caída del muro, conformar una bibliografía que es permanente y enriquecedora fuente de información y estudio.
Según el acta del jurado, Aurelio Alonso Tejada recibe el Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanísticas 2013 por su compromiso ético y honestidad científica para poner la investigación social al servicio del país, así como por su contribución a la construcción de un nuevo conocimiento sobre temas medulares de la sociedad cubana actual.
Se destaca, igualmente, su vocación “por la integración de saberes a través de un enfoque interdisciplinario que lo ha llevado a ser maestro de varias generaciones de investigadores y atraer, a la vez, el respeto y la atención de la nueva generación”, todo lo cual convierten a su vida en hermosa entrega “al estudio y la divulgación de nuestras Ciencias Sociales y Humanísticas”.
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