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170 años de José Martí: Martí y el acto del 10 de octubre de 1893

17 de octubre de 2023

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Siguiendo lo que ya se iba convirtiendo en tradición de los emigrados  cubanos en Nueva York, en 1893 esta se reunió de nuevo en la amplia sala Hardman, para conmemorar el alzamiento de Carlos Manuel de Céspedes en el ingenio Demajagua. Martí no pudo estar el año anterior por hallarse en Jamaica, quizás por ello se esmeró al organizar este conmemoración de 1893. Días antes, en carta a Rafael Serra, uno de sus leales y más brillantes colaboradores, le señala cómo enfocar el tema al invitarlo como uno de los oradores en aquel acto, demostración del cuidado con que lo preparaba.

La citación es precisa: “¡A las siete y media y no después”, frase que le provoca en seguida el comentario humorístico mediante un neologismo ante lo que parece una orden: “vea que ya estamos militareando.” El tono ejecutivo continúa al fijarle a Serra cómo  tratar el tema: “El asunto, ya usted lo sabe; nuestra alma entera: el agravio olvidado, y la fe encendida.” Y añade la advertencia de no soltar información alguna útil para el enemigo: “Nada de concreto, porque no parezca alarde, y por no enseñar  nuestras vías.” Cierra tal precisión con esta imagen de buen escritor: “Salen mejor  los barcos que no se anuncian.”  Y cierra con esta otra frase que le abre campo a la oratoria de Serra: “Pero, como  hay razón, levante su fe al cielo:— eso espera de Vd., y que lleve a Gertrudis y a Consuelo,..” La invitación a la esposa y a la hija de Serra denota la fraternal cercanía  entre ambos, al igual que la palabra final previa a la firma: “su José Martí.”

Aunque no son conocidas, es muy probable que Martí enviara cartas de invitación a los demás oradores de aquella memorable noche que reunió a buena parte de las comunidades cubana y puertorriqueña residentes en Nueva York.  La sala Hardman, creada por una fábrica de pianos, estaba repleta, al punto de que hubo asistentes que quedaron en las escaleras de acceso y allí permanecieron durante los palabras de los siete oradores, que fueron, por este orden: Juan Fraga, el presidente del Cuerpo de Consejo del Partido Revolucionario Cubano en Nueva York; Tomás Estrada Palma, quien fuera presidente de la república cubana en armas; el joven Gonzalo de Quesada y Aróstegui una especie de secretario de Martí; el puertorriqueño  Sotero Figueroa en cuya imprenta se preparaba el periódico Patria; el escritor Rafael de Castro Palomino; Benjamín Guerra, el Tesorero del Partido Revolucionario Cubano; el venezolano Andrés Alfonso y José Martí fue el octavo y último orador en su condición de Delegado del Partido,

Hacia las 8:30 de la noche comenzó el acto, que debe haber durado de hora y media a dos horas según los textos de los discursos publicados posteriormente en Patria, el periódico dirigido por Martí. Algunos asistentes contaron luego que hubo gran entusiasmo en la audiencia y que Martí fue muy aplaudido.

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