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130 años de “Nuestra América”: la disección de la problemática latinoamericana I.

22 de enero de 2021

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José Martí, 1896, Federico Edelman, Carboncillo sobre papel, 57 x 45 cm

José Martí, 1896, Federico Edelman, Carboncillo sobre papel, 57 x 45 cm

 

El cuerpo central de este ensayo martiano, tanto en espacio como en importancia, lo ocupa el análisis de la problemática latinoamericana, a la que él llamaría con su original lenguaje de imágenes “el tigre de adentro”. A ello dedica los párrafos cuarto al décimo y parte del onceno, la mayoría de ellos de larga extensión, más de la mitad del texto completo. Sigamos esa secuencia del escrito para apreciar cuáles son los elementos analíticos que va aportan al respecto y cómo los enlaza. Veamos el contenido del cuarto párrafo.

Se inicia mediante una pregunta en la que ya proyecta la tesis que defiende: “¿Ni en qué patria puede tener un hombre más orgullo que en nuestras repúblicas dolorosas de América, levantadas entre las masas mudas de indios, al ruido de la pelea del libro con el cirial, sobre los brazos sangrientos de centenares de apóstoles?”.

Frente a los sietemesinos, los de “brazo canijo”, los “insectos dañinos”, los “bribones”, los traidores que ha denunciado en el párrafo anterior, Martí levanta el orgullo por nuestras luchas independentistas, las que atrajeron a los indios enmudecidos por la conquista, las que impulsaron el saber frente al dogma eclesiástico, las que fueron guiadas por los líderes que entregaron sus vidas. Y concluye dando una razón más para ese orgullo: “De factores tan descompuestos, jamás, en menos tiempo histórico, se han creado naciones tan adelantadas y compactas.” Arremete contra “el soberbio” que toma su tierra como pedestal para pasearse como “gamonal famoso, guiando jacas de Persia y derramando champaña”. Y entra entonces en el punto nodal de su razonar: la falta de concordancia entre “el país naciente”, requerido de formas propias, acomodadas a su originalidad y su composición “singular y violenta” en lugar de la copia de las estructuras sociopolíticas de Estados Unidos y de la Revolución Francesa, surgidas de su misma historia. Y el resto del párrafo recurre a los enunciados aforísticos que remarcan y explican esa necesidad, válidos para cualquier lugar y época: “A lo que es allí, donde se gobierna, hay que atender para gobernar bien…” Y reúne varios para concluir el párrafo martillando en esa idea básica: “El gobierno ha de nacer del país. El espíritu del gobierno ha de ser el del país. La forma del gobierno ha de avenirse a la constitución propia del país. El gobierno no es más que el equilibrio de los elementos naturales del país.”

Estamos, pues, ante una síntesis de teoría política que chocaba con las que predominaban entonces y que el mismo Martí recibió en las universidades españolas. Y llamo la atención acerca de cómo su insistencia en la originalidad de las estructuras políticas de cada nación no desconoce en la frase final otro elemento clave de la organización y el ejercicio de la política para él; el equilibrio de las fuerzas sociales internas a las que llama naturales, y que no solo aluden a las presentes en cada sociedad, sino que, como explica en el párrafo siguiente, en el caso de nuestra América las identifica con sectores populares sometidos.

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